La creciente especulación sobre si los ex presidentes Ricardo Lagos y Sebastián Piñera finalmente se decidirán a ser candidatos presidenciales en 2017 desnuda uno de los problemas más evidentes que tienen aquellas personas que ya fueron presidentes cuando deben decidir si buscarán volver al poder. Como un pretendiente que quiere primero saber la respuesta de su pretendida antes de pedirle matrimonio, Lagos y Piñera parecen estar pidiendo sandías caladas antes de decidir si competirán en la próxima elección presidencial.
En democracia, las personas escogen entre las distintas opciones que se presentan a una elección. Aunque muchas personas que votan a partir de su ideología o su historia de vida ya tienen decidido su voto para todas las futuras elecciones, un porcentaje relevante de ciudadanos decide su voto a partir de una combinación de elementos que incluyen también su evaluación sobre los atributos de los candidatos, sobre el momento por el que atraviesa el país y sobre las expectativas de cómo se vendrán los próximos años. Como la decisión del voto la toman solo cuando conocen bien las opciones que hay sobre la mesa, esas personas no van a apoyar todavía a ningún candidato. Esos votantes indecisos —que irónicamente son los que en última instancia deciden las elecciones— no van a comprometerse hoy con las candidaturas de Lagos, Piñera o algún otro candidato.
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