Abandonar la CELAC en solidaridad con las víctimas del autoritarismo

Ante la grave violación a los derechos humanos en Venezuela, abandonar este organismo es una decisión que merece ser considerada para defender honesta y abiertamente la democracia en América Latina.

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[SpanishArticle]Muchas voces piden hacer algo desde el ámbito internacional frente a la grave situación de derechos humanos en Venezuela. Una acción concreta de condena a la dictadura de Maduro—y de apoyo al valiente pueblo venezolano que defiende su libertad en las calles— sería que los gobiernos latinoamericanos realmente comprometidos con la defensa de la democracia abandonen la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Esto implicaría que varios gobiernos estén dispuestos a despojar la legitimidad de un organismo viciado de autoritarismo y al mismo tiempo dejar en claro que convivir con las diferencias políticas tiene como límite el no convalidar en otros países las prácticas antidemocráticas.

Hasta el momento la comunidad democrática regional no ha podido hacer mucho frente al colapso total del estado de derecho y la criminal represión estatal en Venezuela, que ya superó el centenar de muertos.

En la Organización de Estados Americanos (OEA) fracasó el intento de considerar una resolución en la última Asamblea General que se realizó en Cancún, México, dado el apoyo con el que cuenta el autócrata Nicolás Maduro entre los países miembros y aliados de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y los de la Comunidad del Caribe (CARICOM).

En el reciente encuentro del Mercosur, realizado en la ciudad de Mendoza, Argentina, se trató la situación de Venezuela pero no se llegó a aplicar la cláusula democrática. Por su parte, en la UNASUR, con la presidencia Pro-Tempore de la Argentina, tampoco se impulsa aplicarle al régimen de Maduro la cláusula democrática, pues requiere un consenso al que no se llegará por el apoyo incondicional al chavismo por parte de Evo Morales, presidente de Bolivia.

Por tal motivo, varios gobiernos de América Latina que han denunciado las violaciones a los derechos humanos en Venezuela, pueden enviarle una señal política a Maduro y a sus incondicionales aliados regionales, abandonando la CELAC. Especialmente si se concreta la fraudulenta constituyente que aspira a implementar en Venezuela un régimen de partido y pensamiento único como el de Cuba. Es inconcebible formar parte de un organismo que se define como “mecanismo intergubernamental de diálogo y concertación política” cuando estados que lo integran reprimen a la oposición política.[reportPullQuoteRight]”Los gobiernos de América Latina que han denunciado las violaciones a los derechos humanos en Venezuela, pueden enviarle una señal política a Maduro y a sus incondicionales aliados regionales, abandonando la CELAC”.[/reportPullQuoteRight]

Vale la pena recordar que la creación de la CELAC decía asentarse en el respeto irrestricto del Estado de Derecho, la defensa de la democracia, el respeto a los Derechos Humanos y las libertades fundamentales, como requisitos básicos para integrar el organismo.

Incluso el 3 de diciembre de 2011 la CELAC adoptó, irónicamente en Caracas, la “Declaración Especial sobre la Defensa de la Democracia y el Orden Constitucional”, suscripta también por Cuba, cuyo régimen político de partido único la viola expresamente junto con la propia Venezuela que ya entonces con Hugo Chávez en el poder había dado varios pasos hacia el autoritarismo. Sería ilusorio pensar que la CELAC aplique su cláusula democrática a Venezuela, pues en los hechos son los países del ALBA los que manejan a su antojo este organismo.

El espíritu bolivariano de la CELAC se intentó disimular apelando a la “unidad en la diversidad”, como si la democracia y la República fueran lo mismo que la dictadura y la ausencia de estado de derecho. Asimismo, resulta contradictorio que muchos países integren un organismo que se propone suplantar a otro del cual forman parte y que cuenta con una institucionalidad superior. Al respecto, Rafael Correa, siendo presidente de Ecuador, lo dejó muy en claro en la II Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno en La Habana, en enero de 2014, afirmando que la CELAC debería sustituir a la Organización de Estados Americanos (OEA).

Para los países latinoamericanos que aspiran al desarrollo, la CELAC no solamente es un organismo ineficaz y una poco acertada inversión de tiempo y recursos. Su real objetivo es que el bloque del ALBA influya y condicione políticamente al resto de los países de la región, con el expreso propósito de convertir a la CELAC en “única vocera de la región en los foros, organismos y organizaciones internacionales”.

Frente a lo que se está viviendo en Venezuela, junto a la negación de las libertades en Cuba, más la erosión de la institucionalidad democrática en Bolivia y la consolidación del autoritarismo en Nicaragua, permanecer en este organismo filo-bolivariano llamado CELAC es una falta de respeto para todos los activistas reprimidos de sus derechos humanos, los opositores políticos perseguidos y encarcelados, y muy especialmente para las víctimas del terrorismo de Estado.

En todo caso, sería bueno cuestionar a dos de los fundadores de la CELAC, Felipe Calderón y Sebastián Piñera, ex presidentes de México y Chile, respectivamente, si el tiempo y los hechos demuestran que abandonar este organismo es una decisión que merece ser considerada para defender honestamente la democracia en América Latina y no ser cómplices del silencio que buscan los gobiernos autoritarios de la región.

 

Gabriel C. Salvia es presidente del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).

[/SpanishArticle][EnglishArticle]Many voices are demanding actions from the international arena vis-à-vis the serious human rights situation in Venezuela. A concrete action condemning Maduro’s dictatorshipand support for the brave Venezuelan people defending their freedom in the streetswould be for the Latin American governments truly committed to defend democracy to leave the Community of Latin American and Caribbean States (CELAC).

This would demand from governments a willingness to strip the legitimacy out of a corrupt body of authoritarianism and at the same time make a stand that coexisting with political differences has as limit: that of not validating anti-democratic practices in other countries.

So far, the regional democratic community has not been able to make much progress in face of criminal repression and the total collapse of the rule of law in Venezuela, now accountable for more than a hundred lives.

The Organization of American States (OAS) failed to consider a resolution in the latest General Assembly held in Cancun, Mexico, given the support provided by member countries and allies of the Bolivarian Alliance For the Peoples of Our America (ALBA) and those of the Caribbean Community (CARICOM) to autocrat Nicolas Maduro.

At Mercosur’s most recent meeting, held in Mendoza, Argentina, Venezuela’s situation was discussed leaving the applicability of the democratic clause out of the question. UNASUR, on the other hand, under the pro tempore presidency of Argentina, has also not applied the democratic clause to Maduro’s regime, because it requires a consensus that will not be reached because of the unconditional support for chavismo from Evo Morales, President of Bolivia.

For several governments in Latin America that have denounced human rights violations in Venezuela, abandoning CELAC would send a political signal to Maduro and his unconditional regional allies, especially if the fraudulent Constitutional Assembly in Venezuela installs a single-party political regime as in Cuba. It is inconceivable to be part of an organization that defines itself as an “intergovernmental mechanism for dialogue and political agreement” when members repress political opposition.

It is worth remembering that the creation of CELAC was based on the unrestricted respect for the rule of law, the defense of democracy, as well as the safeguard of human rights and fundamental freedoms, as basic requirements to integrate the body.

Even on December 3, 2011 in Caracas, CELAC ironically adopted the “Special Declaration on the Defense of Democracy and the Constitutional Order,” also signed by Cuba, whose single-party political regime clearly violates the declaration, along with Venezuela, where Hugo Chávez had already begun to take several steps toward authoritarianism. It would be naive to think that CELAC will apply its democratic clause to Venezuela when ALBA countries handle this organization at will.

An attempt to camouflage the Bolivarian essence of CELAC, which appealed to a “unity in diversity” effort, placing democracy level with dictatorships, has failed. But the fact that many member countries with an intention to supplant another body of higher institutionalism reflects a worrisome contradiction, like when Rafael Correa, then president of Ecuador, stated that CELAC should replace the Organization of American States (OAS) at the Second Summit of Heads of State and Government in Havana in January 2014.

For development aspiring Latin American countries, CELAC is an ineffective organization and an unwise time and resource investment, as the real objective of the denominated ALBA bloc is to politically influence and condition the region, converting CELAC into “the only spokesperson for the region in international fora and multilateral organisms.”

Considering Venezuela’s current situation, repression in Cuba, plus the erosion of democratic institutionalism in Bolivia and the consolidation of authoritarianism in Nicaragua, to remain in this pseudo-Bolivarian organization called CELAC means failing to vow for all repressed human rights activists, persecuted and imprisoned political opponents, and victims of state terrorism.

In any case, it would be wise to question two CELAC founders, Felipe Calderón and Sebastián Piñera, former presidents of Mexico and Chile respectively, if the time and the facts show that abandoning this body is a decision that deserves to be considered in order to legitimately and honestly defend democracy in Latin America in the face of the silence sought by the authoritarian governments of the region.

 

Gabriel C. Salvia is president of the Center for Development of Latin America (CADAL).

 

 

 

 

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