El chavismo ha dado el paso definitivo para cumplir lo que había anunciado desde inicios de 2020. Este año no habrá elecciones presidenciales en Venezuela, como venían reclamando la comunidad internacional y diversos sectores de la oposición, pero sí está la mesa servida para las elecciones parlamentarias, con un nuevo CNE.
El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) anunció la noche de este 12 de junio la nueva directiva del Consejo Nacional Electoral (CNE). Es una decisión que apuntala la estrategia de realizar elecciones contra viento y marea (aún con el coronavirus activo) para terminar de acabar con el último espacio institucional que la comunidad internacional sigue considerando legítimo: la Asamblea Nacional que preside Juan Guaidó.
Las elecciones se celebrarán antes de que concluya este 2020 y, pese a que era un escenario bastante anunciado y previsible, los factores democráticos siguen fragmentados y desorientados. De nuevo una cadena de decisiones del chavismo parece tomar por sorpresa a la dirigencia democrática, y no hay ni una propuesta unitaria ni alternativa para responder a la hoja de ruta que ha trazado el chavismo.
El cambio de nombres en la dirección del Consejo Nacional Electoral (CNE), desde mi punto de vista, no cambia en absoluto el juego. El chavismo apuesta por elecciones, aunque carezcan de reconocimiento internacional y de legitimidad interna, pero le sirven para el control de facto de las instancias de poder.
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