Admisión Justa: Un discurso poco creíble

El segundo gobierno de Piñera ha vuelto a repetir un error clave de su primera administración. La composición de los altos cargos de gobierno refleja las conexiones familiares y el origen de elite de sus miembros —el club de Cachagua— mucho más que el discurso de mérito y esfuerzo al que ahora apela para defender su propuesta de reforma educacional.

Author

En teoría, el proyecto de ley de Admisión Justa en la educación básica y secundaria en Chile debiera ser una estrategia ganadora para el gobierno. Un gobierno de derecha que promueve la competencia entre los proveedores y premia la meritocracia y el esfuerzo de los estudiantes y sus familias es consecuente con sus ideas y cumple sus promesas de campaña. Pero cuando el gobierno practica el amiguismo, el pituto y el elitismo en la forma en que selecciona a sus cargos de confianza, difícilmente podrá convencer a un electorado que ya desconfía de las elites que la reforma educacional que quiere implementar ayudará a construir una cancha más pareja para todos.

En la campaña de 2017, Sebastián Piñera tuvo duras palabras —justificadas, por cierto— contra las prácticas de nepotismo y amiguismo de los gobiernos de la Concertación/Nueva Mayoría y, en particular, en el segundo gobierno de Michelle Bachelet. Correctamente aprovechó la sensación de malestar que existía en la población al ver que muchos cargos de confianza en el aparato estatal eran tratados como botines de guerra a distribuir entre familiares y amigos, no como puestos que debían ser concursados en procesos que privilegiaran la meritocracia, independientemente de las relaciones de amistad, parentesco o afinidad política de los aspirantes.

En campaña, Piñera también prometió ajustes a la reforma educacional de Bachelet. Habiendo prometido terminar con el lucro, la selección y el copago en la educación, la entonces Mandataria buscó dar iguales oportunidades a todos los alumnos —independientemente de los recursos de sus padres o de sus atributos intelectuales (los que muchas veces responden a la educación o recursos familiares). Alegando que no se podía discriminar con recursos públicos, quiso dejar fuera el mérito y el esfuerzo individual y familiar del ámbito educacional porque, después de todo, los niños no son responsables ni de los ingresos ni del esfuerzo de sus padres. Además, como reconocidamente resulta difícil evaluar el mérito a temprana edad, Bachelet buscó exiliar las palabras mérito y esfuerzo del debate escolar.

Para leer más, visite El Líbero

More Commentary

The Leftist Experiment in Bolivia Nears Its End

Despite the hurdles, the MAS crisis and Morales’s waning popularity hint at a possible political shift, one that could strengthen Bolivia’s battered democracy, pave the way for judicial reform, and address urgent environmental issues.

Read more >

The Economy Doomed Harris. Will It Doom Trump?

The paradoxical thing about Trump’s victory is that though Republicans likely won because of the importance of the economy and voters’ perception of the Democrats’ mishandling of it, Trump’s agenda based on lower taxes, higher tariffs and migrant deportations threatens to derail the recovery.

Read more >

No, Mexico Is Not Returning To Its Authoritarian Past

With the Morena party capture and dismantling of Mexico’s institutional structure, it is often declared that the country has reverted to the one-party system that dominated its politics for most of the 20th century. Yet, this interpretation is both a misreading of history and an inaccurate analogy.

Read more >
Scroll to Top