El kirchnerismo fue tres cosas: un relato, un grupo político y una etapa del peronismo. Los restos del relato yacen termosellados. El grupo político sobrevive, pero ya no parece una amenaza electoral. Y la etapa se terminó.
Así lo sugiere la historia.
Durante medio siglo la Argentina tuvo tres partidos: el peronista, el radical y el militar. Dos de ellos competían en elecciones y después encarcelaban o proscribían al otro; el tercero encarcelaba y proscribía sin elecciones. En 1983, el partido militar dejó el gobierno, y el 3 de diciembre de 1990, con el último alzamiento carapintada, perdió el poder. Quedaron Juan y Pinchame.
Todo iba bien hasta que en 2001 se pinchó el radicalismo. Aunque el partido integró los gobiernos de Duhalde y, más tarde, de Macri, la posibilidad de volver a la presidencia se disolvió. Quedó el partido de Juan.
Cual célula biológica, el peronismo se dividió para multiplicarse. Pero su capacidad cariocinética no es novedosa. La primicia de 2003 fue que, por primera vez en la historia, enfrente no había nada.
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