Años o meses de vacas flacas

Correctamente, el gobierno ha anunciado políticas de apoyo a las personas que más lo necesitan. Pero, incomprensiblemente, muchos en la oposición se niegan a aprender la lección que nos dejó la respuesta al estallido social de octubre y exigen y demandan que se gasten todos los ahorros de una sola vez.

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Ahora que casi la mitad de los chilenos está en cuarentana, es momento de aceptar que la pandemia va a durar más de lo que todos quisiéramos. Por eso, el gobierno y la oposición debieran llegar a acuerdos sobre formas razonables y sustentables de dosificar la ayuda estatal a las familias para superar la pandemia. Como se ha usado ampliamente el ejemplo bíblico de José, que durante los 7 años de vacas gordas acumuló un 20% de la producción de Egipto, debiéramos recordar que los fondos soberanos del país, nuestros ahorros y la credibilidad crediticia del país no son para gastarlos en los primeros meses, sino que hay administrarlos para que alcancen para todo el periodo que duren las vacas flacas.

Desde el retorno de la democracia, la economía chilena experimentó años de crecimiento y expansión. Esto permitió que millones salieran de la pobreza y que se ampliaran las oportunidades y el acceso a la clase media a una proporción de la población sin precedentes en la historia previa del país. Aunque en meses recientes ha sido común escuchar voces que reclaman porque el país no posee los mismos altos estándares de vida de los países más desarrollados del mundo, el solo hecho que ahora nos comparemos con los miembros de la OECD y no con nuestros vecinos latinoamericanos es evidencia suficiente para concluir que los últimos 30 años fueron fundamentalmente de vacas gordas. Esto le permitió al país construir una buena reputación en los mercados de deuda y además pudimos ahorrar dinero en distintos fondos soberanos, seguros de desempleo y fondos de pensiones. Con todos los ahorros acumulados, Chile tiene muchos más activos que pasivos —pese a que, en años recientes, la deuda pública y privada en mercados internacionales había estado viniendo al alza.

El estallido social de octubre llevó a muchos a pedir —es más, a demandar— que el gobierno del Presidente Piñera echara mano a parte de esos fondos soberanos para financiar un aumento de pensiones, mejores servicios de salud, educación, otros subsidios y gastos públicos que permitieran avanzar decidida y rápidamente para reducir la desigualdad. Siguiendo la tradición de casi todos sus predecesores desde el retorno de la democracia, el gobierno se resistió a poner toda la carne en la parilla a fines de 2019. Después de todo, los ahorros para los años de las vacas flacas no debieran usarse para responder al descontento y al malestar de la gente. Hay que guardarlos -parafraseando al libro de Génesis- para cuando se sienta el hambre en toda la tierra de Egipto y el pueblo clame al Faraón por pan.

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