Si la derecha no comienza a demostrar orgullo por los valores que históricamente ha defendido —y que han sido mayoría en dos de las tres últimas elecciones presidenciales— difícilmente la coalición Chile Vamos podrá mantenerse en el poder después de marzo de 2022. Porque, al menos en Chile, en los últimos 15 años los gobiernos de derecha han producido mejores resultados que los de izquierda, es hora de que comience a mostrarse orgullosa de los valores que defiende y la forma en que ha liderado al país.
Cada vez que alguien de izquierda se queda sin argumentos para criticar al gobierno de Sebastián Piñera, aparece el comodín del apoyo que dio mayoritariamente la derecha chilena a la dictadura. Aunque ésta terminó hace 30 años, ese sector sigue aferrándose al plebiscito de 1988 como herramienta para afirmar una superioridad moral. De poco sirve que la mayoría de los chilenos no tenía edad para votar en el plebiscito o que buena parte de ella reniegue hoy de la alternativa política que logró construir una abrumadora mayoría electoral en los 90.
Pero el tiempo es implacable, y los recuerdos de la dictadura cada vez tienen menos peso en las decisiones del electorado. De ahí que la izquierda ahora esté comenzando a usar la estrategia de la superioridad moral con argumentos distintos, como que mientras ella aspira a la justicia social y a los derechos universales, la derecha defiende el neoliberalismo y el individualismo. La simpleza de ese burdo argumento debiera ser suficiente para hacerlo electoralmente ineficaz. Pero ya que la derecha muchas veces parece aceptar que la izquierda tiene el monopolio de las demandas de justicia social, el mensaje de la izquierda produce réditos electorales.
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