La muerte de Fidel Castro ha producido un enorme debate sobre su legado. Pero hay menos dudas respecto a cuál será la dirección en que seguirá avanzando Cuba ahora que el líder histórico de la revolución ha desaparecido. Porque Fidel tenía más importancia histórica y simbólica que real, su partida solo ha llevado a discrepancias respecto a qué tan rápido Cuba continuará con las reformas liberalizadoras que, contra la voluntad del líder, comenzó a implementar su hermano Raúl Castro, el Presidente actual del país.
Aunque la comparación es imperfecta, la Presidenta Bachelet sufre de un síndrome similar al que experimentó Fidel Castro en sus últimos años. Si bien le quedan todavía 15 meses de gobierno, es poco lo que puede hacer ella para influir en la dirección en la que avanzará el país a partir de 2018. Como La Moneda ya no tiene fuerza ni apoyo para impulsar las reformas pendientes en su programa y como la carrera presidencial de 2017 depende de muchas cosas, menos de lo que pueda hacer el gobierno, Bachelet está en la misma posición que Castro antes de morir. Su presencia se convierte en un dolor de cabeza para todos los que quieren comenzar a construir el país después de que termine este cuatrienio.
Para leer más, visite El Libero.