La positiva valoración que recibió la expresidenta Michelle Bachelet en la reciente encuesta CEP plantea un problema complejo para la izquierda. Aunque muchos parecen convencidos de que no sería bueno que, a sus 67 años, la ex Mandataria busque la presidencia por tercera vez, no parece haber un candidato alternativo del sector que, al menos hoy, aparezca como serio contendor. Pero los que se entusiasman con su postulación deben considerar que parte de la crisis del sector pasa precisamente porque Bachelet se preocupó mucho más de construir una plataforma personal que de cimentar las bases ideológicas para una izquierda con respuestas razonables y atractivas para los desafíos que está enfrentando Chile en esta década.
No cabe duda de que, electoralmente, Bachelet pasará a la historia como una persona mucho más exitosa que Ricardo Lagos, el otro presidente de izquierda que ha gobernado Chile desde el retorno de la democracia en 1990. Si bien Lagos fue el primer izquierdista desde Allende en llegar al poder, Bachelet lo hizo dos veces. Además, ella logró la votación más alta recibida por un candidato presidencial en segunda vuelta desde que la presidencia de la república se empezó a decidir en ese tipo de contiendas en enero de 2000. Como candidata, Bachelet tenía mejores atributos y más carisma que Lagos. Es verdad que el abogado y economista fundador del PPD enfrentó una contienda más compleja en 1999, pero resulta fácil concluir que la doctora socialista siempre tuvo más llegada con las personas. De hecho, las dos veces que Lagos intentó buscar una segunda candidatura presidencial, en 2009 y 2017, su poca sintonía con la gente hizo que los partidos pudieran bloquear sus aspiraciones sin pagar grandes costos ante el electorado.
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