Una de las consecuencias innegables del estallido social que se inició en octubre de 2019 es que el liderazgo del Presidente Piñera ha sido severamente debilitado. Además de las dificultades obvias que implica tener que llevar adelante un programa de reformas que jamás estuvieron en su agenda —y a las que intensamente se opuso como candidato—, el Mandatario enfrenta una comprensible rebelión al interior de su propia coalición. Porque Piñera es un pasivo electoral de cara al plebiscito de abril de 2020 y a las elecciones de octubre de 2020, Chile Vamos ahora es un barco sin capitán. La carrera por la sucesión en el liderazgo de la derecha explica las peleas y conflictos que ahora estamos viendo entre UDI, RN, Evópoli e, incluso, con Republicanos de José Antonio Kast.
Desde que superó a Joaquín Lavín en la primera vuelta de la elección presidencial de 2005, Sebastián Piñera ha sido el líder indiscutido de la derecha chilena. Al convertirse en el primer presidente del sector desde el fin de la dictadura, ya es un referente histórico. Si bien su primer gobierno (2010-2014) no logró proyectar a otro candidato de derecha para la siguiente contienda y su coalición fue duramente derrotada en 2013 por Michelle Bachelet y la Nueva Mayoría, Piñera se mantuvo como el líder indiscutido del sector. En las primarias presidenciales de 2017 en Chile Vamos se impuso cómodamente ante sus rivales, los senadores Manuel José Ossandón y Felipe Kast. Después de un importante tropiezo en la primera vuelta de noviembre de 2017 —que le permitió a la izquierda ganar una mayoría en ambas cámaras del poder legislativo—, ganó con facilidad en la segunda vuelta presidencial.
En los 18 meses que tuvo de gobierno antes del estallido social, Piñera gobernó a voluntad, imponiendo sus posturas y preferencias sobre lo que planteaban y defendían los tres partidos de su coalición. Al iniciar su segundo periodo armó un gabinete con personas que profesaban una lealtad personal hacia él más que hacia los partidos de la coalición. Si bien era el gobierno de Chile Vamos, el gabinete era más piñerista.
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