El día que debe realizar la primera cuenta pública de su segundo gobierno, el Presidente Sebastián Piñera debiera fijar postura respecto de cuál cree él debe ser el tamaño ideal del Estado. Un gobierno de derecha que presumiblemente cree que las soluciones vienen más de un mercado bien regulado que de un Estado productor, no debiera pensar que la solución a cualquier problema es la creación de una nueva institucionalidad estatal. Por eso, mientras más anuncios que realice hoy Piñera apunten a hacer crecer el tamaño del Estado y reproducir institucionalidad que ya existe, más lejos quedará su administración del ideal de un gobierno amigable con el mercado e ideológicamente de derecha.
En la campaña presidencial de 1999, el entonces candidato de la Concertación Ricardo Lagos prometió que reduciría el número de ministerios. Su primer gabinete ministerial contó con 16 ministros, aunque había tres jefes de servicios adicionales —Energía, Cultura y Sernam— con rango ministerial. Lagos nombró a un biministro en Vivienda y Bienes Nacionales, otro en Obras Públicas y Transportes, y a un triministro en Economía, Minería y Energía. El objetivo del Presidente era reducir el número de puestos en el gabinete para mejorar la eficiencia en la administración pública. Pero entonces el país no era el mismo en el que ahora vivimos. Lagos asumió el poder en un contexto de crisis económica y su gobierno buscó introducir una férrea disciplina fiscal. La adopción de la regla del superávit estructural del 1% buscaba hacer que el Estado chileno gastara menos de lo que ingresaba a las arcas fiscales.
El inicio del período de boom de los commodities comenzó a generar muchísimos recursos para el Estado a través de las ganancias de Codelco y de los mayores ingresos por impuestos recaudados por la boyante actividad económica que los años de vacas gordas produjeron en el país. De hecho, al final de su período, Lagos terminó con más ministros de los que comenzó. A su vez, el siguiente gobierno de la Concertación, presidido por Michelle Bachelet, se preocupó más de promover la paridad de género en el gabinete que de reducir el número de ministros. De hecho, Energía y Medio Ambiente adquirieron rango de ministerios.
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