El debate que se viene dando al interior de Chile Vamos y en el mundo empresarial sobre la conveniencia de seguir impulsando una reforma tributaria que se ha “desdibujado” muestra que muchos en la derecha viven en negación. Si bien el Presidente Sebastián Piñera ganó cómodamente las elecciones presidenciales en segunda vuelta, los chilenos dieron una amplia mayoría en el Congreso a la centroizquierda en 2017. La única posibilidad que tiene el gobierno de avanzar su agenda legislativa es construyendo mayorías con legisladores que piensan distinto. Para hacer eso, no queda otra alternativa que negociar.
En sistemas presidenciales, la democracia representativa a veces produce resultados contradictorios. Los presidentes pueden ser electos con una mayoría distinta a la que da forma al Senado y a la Cámara. Como el Senado se renueva por mitades cada cuatro años y la Cámara se elige junto a la primera vuelta presidencial, las preferencias que expresan los votantes pueden ser distintas a las que quedan manifiestas el día de la segunda ronda presidencial.
En noviembre de 2017, Piñera obtuvo el 36.4% de la votación en primera vuelta, mucho menos de lo esperado. El 8% que obtuvo José Antonio Kast ayuda a entender en parte esa votación. Pero incluso cuando se suma la votación de Piñera y Kast, los dos candidatos de derecha lograron menos del 45% de los votos. En la contienda legislativa, los candidatos a diputados de Chile Vamos obtuvieron el 38.7% de los votos, lo que les permitió asegurar el 46.5% de los escaños.
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