Semanas atrás abordamos el caso en el que está envuelto el muy destacado periodista argentino Daniel Santoro. Un caso rocambolesco: A Santoro se le señala por haber tejido amistad y confianza con una fuente, que a su vez era un falso abogado y que señala al periodista de ser su informante.
El diario La Nación de Buenos Aires sintetizó la situación del reconocido periodista, una de las grandes firmas del grupo Clarín: el juez Alejo Ramos Padilla procesó a Santoro por presunta coacción y tentativa de extorsión en la causa que investiga supuestos actos de espionaje ilegal y extorsión sobre distintos empresarios. El juez señaló que el periodista habría participado de al menos dos hechos, pero sostuvo que no formó parte de la asociación ilícita.
A Santoro se lo investiga por la extorsión del falso abogado Marcelo D’Alessio sobre el exdirectivo de Petróleos de Venezuela (PDVSA), Gonzalo Brusa Dovat, y del empresario Mario Cifuentes. D´Alessio insiste vincular a Santoro en diversas tramas y ha mostrado “pruebas” de la supuesta amistad que se tejió cuando él era una de las fuentes del reconocido periodista argentino de investigación. De trasfondo está toda la trama de corrupción que develaron los trabajos de Santoro en la era del Kirchnerismo, antes del período presidencial de Mauricio Macri.
Sobre aquel caso no hay decisiones en firme, aún, pero se ha convertido en un elemento que ha generado una grieta (la imagen argentina de la polarización) entre las organizaciones que reúnen al periodismo argentino.
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