Después de defender la postura que es mejor acompañar al gobierno para fiscalizar el proceso que amenaza con llevar al país al precipicio, la derecha chilena parece haberse acordado, de una mala forma, que en política es importante defender los principios. Cuando los vientos de la economía y política latinoamericana soplan a su favor y el gobierno se hunde en la tozudez de reformas mal diseñadas y peor implementadas, parte de la derecha ha decidido convertir al matrimonio heterosexual en su caballo de batalla. Luego de haber apoyado la reforma tributaria, la reforma educacional, la gratuidad en educación superior a través de una glosa presupuestaria y legitimar el proceso constituyente, la derecha conservadora rasgó vestiduras ante el matrimonio homosexual, una de las iniciativas del gobierno de Bachelet menos cuestionable y menos dañina para la economía chilena.
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