En cuestión de cuatro semanas tuvimos, en Venezuela, hechos concretos que evidencian cómo opera en la vida política cotidiana el modelo de comunicación, que para el chavismo significa potenciar la voz oficial e invisibilizar al adversario. Hace ya algunos años mi mentor Marcelino Bisbal, para un libro en el que tuve honor de participar, logró sintetizar en qué consistía esta estrategia oficial: hegemonía y control comunicacional.
El modelo comunicacional del chavismo se ha caracterizado, entre otras cosas, por: a) una arquitectura legal para regular los medios de comunicación privados; b) manejo partidista de los entes encargados de la veeduría oficial, como es el caso de Conatel; c) el uso abusivo de las cadenas nacionales de radio y televisión; d) el carácter propagandístico que le dio a los medios administrados por el Estado, junto con la expansión numérica del aparato mediático gubernamental.
En la práctica este modelo se aplica según sea la circunstancia y, a decir verdad, a estas alturas de la revolución bolivariana se guardan poco, muy poco las formas.
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