En las últimas semanas viví exactamente el significado de vivir en dictadura. En un par de entrevistas, una en un circuito nacional de radio y otra con un canal local de televisión se me hizo una clara advertencia, se trataban de programas transmitidos en vivo: Cuando esté al aire no diga la palabra dictadura.
La advertencia de las respectivas productoras, temerosas ellas de mi reacción ante su solicitud, junto con la política oficial que supongo emana de Conatel en realidad termina siendo una demostración de que vivimos en dictadura. En ambos casos estuve al aire ya que me pareció que es momento de mantener abierto cualquier espacio para la expresión disidente. Eso sí, estando al aire usé todas las palabras que pude para definir al gobierno venezolano como dictadura, sin usar explícitamente dicha palabra.
El poder hace uso de su control sobre la radio y la televisión para imponer la censura previa. Al ejercer la censura directa para evitar que se diga dictadura en un programa, en realidad lo que deja al desnudo es el carácter dictatorial del régimen de Nicolás Maduro. La dictadura es tal se pueda o no pronunciar dicha palabra en público.
Un cambio sustantivo ha ocurrido en los últimos tiempos, y eso se palpa no sólo dentro de Venezuela, sino especialmente en lo que genéricamente se llama comunidad internacional. Las 4 docenas de países que de forma categórica rechazaron la asamblea constituyente de Maduro pasaron de forma coordinada a denunciar a la dictadura.
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