Durante el pasado mes de abril, sin ir muy lejos, con un país encendido por las protestas, Maduro habló 118 minutos diarios –en promedio- frente a las pantallas de televisión en Venezuela. Sí, casi dos horas diarias estuvo Maduro en las pantallas en abril de 2017. Y por cierto, tampoco ha tomado medidas para reactivar la producción nacional.
Maduro heredó de Hugo Chávez le mecánica de hablar mucho tiempo ante las cámaras. Utiliza tanto las transmisiones obligatorias para todo el sistema de radio y televisión del país (sean públicas o privadas), las llamadas cadenas, junto a alocuciones que sólo son de transmisión obligatoria para el canal estatal, Venezolana de Televisión (VTV). Este medio televisivo tiene por eslogan “el canal de todos los venezolanos”, pero en la práctica su pantalla la tiene copada el jefe de Estado.
De acuerdo con las cifras compiladas por @cadenometro (en la red social Twitter), y que también pueden verse en la web de la ONG Monitoreo Ciudadano, el presidente Maduro en abril pasado tuvo 20 cadenas (incluyendo los llamados noticieros de la patria que sencillamente están dedicados a exaltarle). Eso sumó 20 horas y 45 minutos.
En este tiempo la imagen y voz presidencial es el único mensaje que pueden ver y oír los más pobres en Venezuela, que no tienen acceso a otra cosa que la televisión abierta. Quienes tienen televisión por suscripción (el 60 por ciento de la población) pueden evadirse y acceder a la televisión internacional mientras habla el Presidente.
En abril, las cadenas de Maduro representaron 41 minutos diarios, en promedio, de un mensaje que se pretende omnímodo sobre la sociedad venezolana. A esto se le suman las intervenciones que sólo las transmitió VTV, con un promedio cada día de 77 minutos con las chácharas de Maduro. Cuando se totalizan ambas cifras, el presidente Maduro habló ante las cámaras de televisión el equivalente a un filme de largometraje, cada día.
De acuerdo con un análisis que en su momento publicó El Nacional, Maduro utilizó el 78 por ciento de sus cadenas del año 2016 para atacar a la nueva Asamblea Nacional (luego de que la oposición democrática alcanzara el control del parlamento gracias al apoyo popular) y para defender el modelo económico de su gobierno, insistiendo en la tesis de que los empresarios privados son culpables de la crisis aguda que atraviesa Venezuela.
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