El diálogo antes del diálogo

Sí usted cree que la resolución a la crisis que de forma aguda vivimos en Venezuela se producirá debido: a) un golpe de Estado con “militares honestos”, b) una intervención estadounidense “quirúrgica” ó c) en una huida del dictador al estilo Pérez Jiménez, tal vez lo mejor es que no siga leyendo este artículo.

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En los últimos meses en Venezuela hemos presenciado varios intentos, en realidad experiencias fallidas, de diálogo y negociación entre el régimen de Nicolás Maduro y la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). En mi opinión, el problema de fondo que atraviesa a la oposición venezolana no es acudir a dialogar con el otro (con los malos), sino que esto no está precedido de un diálogo previo entre todos los factores opositores.

Parece algo elemental, pero es esa falta de unidad en la MUD precisamente lo que ha debilitado cualquier posición de dialogar o negociar con el gobierno. Ni diálogo ni negociación son palabras obscenas en política, al contrario son esenciales cuando se apuesta –como es mi caso- por una salida pacífica a esta situación que nos agobia como sociedad.

El punto de quiebre que vivió la MUD no es de ahora, no es por estos dimes y diretes de las últimas semanas. He reflexionado sobre este asunto y el punto de quiebre tiene que ver con el cómo el liderazgo procesó el triunfo electoral de las elecciones parlamentarias de 2015.

Como se dice en deportes y se aplica cabalmente en política: las derrotas son huérfanas, las victorias tienen muchos padres. El resultado tan arrollador de los comicios legislativos hizo creer que ya el régimen estaba caído, y que era cuestión de meses terminar de sacar a Maduro del poder, y asimismo envalentonó a muchos que se adjudicaron el triunfo como trofeo personal.

La MUD con dirigentes lanzando flechas en direcciones diferentes se hace patente a partir de entonces. Además en medio de todo este proceso, en lugar de fortalecer a la unidad se le debilita al desaparecer el rol de secretario ejecutivo y vocero principal de la alianza opositora.

Da tristeza hacer un recuento de todas las iniciativas que se lanzaron, principalmente a través de las redes sociales de nuestros dirigentes, de cómo poner fin al régimen de Maduro, mientras éste en realidad se atornillaba más en el poder. Cada dirigente hablaba por su cuenta para decir se debe hacer esto y aquello; en realidad se abandonó el camino del diálogo y la negociación al interior de la MUD.

Al observar el colofón de todo este proceso, en las últimas semanas en los momentos previos y posteriores a las elecciones de gobernadores del 15 de octubre, también debe decirse que estuvo la mano de la inteligencia cubana azuzando las divisiones en la oposición venezolana, tal como ha ocurrido en la isla con la disidencia democrática. Pero en el caso de Venezuela, la división en el seno de la MUD se incubó por decisiones propias, de apostar a la agenda particular y no jugar en equipo.

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