Al designar un gabinete con un marcado acento de lealtades personales y más capacidades tecnocráticas que políticas, el Presidente electo Sebastián Piñera ha aprovechado el enorme capital político que le trajo su avasalladora victoria de segunda vuelta. Lamentablemente, al formar su gabinete Piñera olvidó que su principal desafío será la voluntad de obstrucción de la oposición izquierdista más radical en el Congreso y en los movimientos sociales. Porque la oposición buscará combatir contra el nuevo Presidente —más que oponerse a un gobierno de una coalición derechista pluralista, moderna y diversa—, la decisión de nombrar un gabinete piñerista se convertirá en un factor de unidad para una oposición izquierdista que, sin tener un mensaje de qué quiere construir para Chile, se deja seducir por la idea de unirse contra el estilo de gobierno y la imagen de exitoso empresario que proyecta Sebastián Piñera.
El anuncio del primer gabinete que acompañará al gobernante generó comprensible tranquilidad en los mercados. El nombre de Felipe Larraín en Hacienda confirma el esperado sesgo pro-mercado del equipo económico. A su vez, nombrar a Andrés Chadwick en Interior constituyó una señal de tranquilidad y confianza. No deja de ser significativo que los dos cargos más importantes en el gabinete sean ocupados por los hombres que acompañaron a Piñera en esos mismos puestos hasta el final de su primer gobierno. De mantenerse en su cargo por los cuatro años, Larraín será el economista que más tiempo ha estado en Hacienda desde el retorno a la democracia.
Pero si bien el mensaje de continuidad fue la noticia más importante en el anuncio del nuevo gabinete, la principal noticia secundaria fue la fuerte presencia de nombres que son más leales a Piñera que a los partidos que forman Chile Vamos. Si bien esta vez hay más personas con experiencia legislativa —incluidos los senadores salientes Hernán Larraín, Alberto Espina y Baldo Procurica, y los diputados salientes Cristián Monckeberg, Nicolás Monckeberg y Felipe Ward, además de la ex diputada Marcela Cubillos—, y aunque Piñera además sumó militantes activos de RN (como Cecilia Pérez) y de la UDI (Isabel Plá), la mayoría de los ministros son más cercanos al Presidente que a los partidos en los que militan.
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