Los reiterados casos de colusión de grandes empresas y la percepción generalizada de que la clase política está más preocupada de mantener sus granjerías y privilegios que de representar a los chilenos comunes y corrientes, amenazan con convertirse en la plataforma de campaña que pavimente el camino al éxito a liderazgos populistas en las próximas elecciones presidenciales. Ya que provenir de la elite o aparecer demasiado cercano a ella representará, para la opinión pública, evidencia incontrarrestable de ser parte de los que se benefician de la colusión y el abuso, o al menos de los que no hacen nada para evitarlos, la gente premiará candidatos que se levanten contra la elite y que prometan terminar con la impunidad que parece existir para los que se coluden y abusan.
Equivocadamente, algunos analistas creen que los chilenos, molestos con todos los casos de colusión y abuso, están dispuestos a apoyar a candidatos antisistema que prometan usar una retroexcavadora para derribar el modelo social y económico que se comenzó a construir en Chile en dictadura y que ha sido mejorado, profundizado y ampliado desde el retorno de la democracia. Para aquellos nostálgicos de la revolución y apocalípticos profetas del fin del modelo, el malestar acumulado por los casos de financiamiento irregular de campañas y las repetidas evidencias de colusión en los mercados, que no funcionan libremente y que son capturados por carteles que abusan de los consumidores, ha hecho que los chilenos estén más que determinados a poner fin al modelo social de mercado que existe en el país.
Si quiere leer mas, puede visitar El Libero.