La música termina definiendo a los países.
Si estamos de acuerdo con eso, entonces podemos asegurar que Argentina es un tango. Y con el emblemático Carlos Gardel, el icono del tango, cobra sentido una de sus estrofas, de la canción “Volver”, ésta dice: Volver con la frente marchita.
De eso se trata el regreso del populismo a ese país.
Le puede llamar peronismo o kirchnerismo, en verdad es lo mismo. En el fondo es lo mismo, siempre lo mismo. La fantasía de que una nación está destinada al éxito, que esto no es fruto del esfuerzo colectivo, que siempre hay un sector que le robó la felicidad a los más pobres.
Y vienen, siempre llegan, los redentores. Los salvadores, los que ofrecen épocas de bienestar porque habrá para todos por igual. Es un eterno ritornello.
Al final esos populismos son un éxito en liberarse de responsabilidades, en decir siempre que la culpa la tiene otro, en algún lugar.
Argentina, viviendo una época pendular, parece encaminada (o tal vez ya está dentro) a regresar al populismo. Casi que podríamos decir que habrá un neo-kirchnerismo si el próximo 27 de octubre se reproduce en las urnas, cuando sean las elecciones presidenciales, esto que ha ocurrido en las elecciones primarias.
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