Los pocos nostálgicos de la dictadura que sobreviven en la derecha chilena no tienen el peso suficiente para hacer que ese sector vuelva a abrazar los principios autoritarios que lo caracterizaron en dictadura. Aunque algunos en la izquierda quisieran volver a competir electoralmente contra el pinochetismo, la derecha chilena está bastante más comprometida con la democracia hoy que varios de los partidos que en su momento fueron perseguidos por la dictadura militar chilena.
El tiempo nunca pasa en vano. La dictadura militar terminó hace 29 años. Hace 20 años Pinochet fue detenido en Londres y hace 12 años falleció. Aunque todavía quedan resabios del periodo autoritario en Chile, nuestro país tiene una democracia saludable y estable. El legado de la dictadura militar sigue presente en el modelo económico, pero eso se debe a que la mayoría de los chilenos apoya el modelo de una economía abierta y está a favor del libre mercado. La Constitución que rige la democracia fue promulgada por Pinochet, pero ha sido reformada en varias ocasiones y ahora es incuestionablemente democrática. Los temas que producen debate constitucional son propios de cualquier democracia, como la formación del Tribunal Constitucional o la capacidad del Estado para participar de la actividad económica.
Aunque el tiempo pase, hay algunos que no renuncian a aferrarse del pasado. En la derecha, hay voces marginales que insisten en recordar lo bueno de la dictadura y son incapaces de reconocer todo lo malo. Pero esas voces marginales no hablan ni por el gobierno del Presidente Piñera ni por la mayoría de los partidos oficialistas.La derecha ha dado muestras más que suficientes de su vocación y compromiso democrático, especialmente desde la llegada de Piñera al poder en marzo de 2010. Seguir acusando a la derecha de hoy por los errores, pecados y omisiones de la derecha en dictadura no es solo injustificado, sino que, a estas alturas, suena más bien a disco rayado.
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