Elecciones Presidenciales 2023: ¿Cómo pueden afectar a las relaciones Argentina-China?

El resultado de estas elecciones puede tener un impacto en la narrativa de estas relaciones, pero el fondo es muy poco probable que pueda cambiar. Los proyectos y los compromisos, actuales y futuros, están atados en corto y correctamente planificados.

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Fuente: Depositphotos.

A escasos días de la segunda vuelta electoral en Argentina, pocos son los análisis sobre las repercusiones de estas elecciones para las relaciones con su primer socio comercial y financiero, China. Es necesario destacar dos ámbitos: el internacional y el económico-financiero.

Desde que Argentina reconociera diplomáticamente a China en 1972, el país suramericano ha sido un socio estratégico clave para la expansión de China en América Latina y el Caribe. De la misma forma, China también supone un pilar esencial en el desarrollo económico y financiero argentino. Históricamente, en el plano geopolítico se pueden apreciar varios puntos en común entre ambos países, como es el mutuo reconocimiento de sus reclamaciones soberanas, ya sea el caso de Taiwán o las Islas Malvinas, promoviendo el diálogo y la cooperación de forma continuada, así como la solidez de sus relaciones.

Recientemente la invitación a formar parte de los BRICS o el acuerdo para integrarse en la Franja y Ruta de la Seda, son herramientas a través de las cuales el gigante asiático manifiesta su intención de promover un papel protagónico de Argentina en el concierto internacional. Asimismo, la cooperación Argentina-China, también se puede ver reflejada en otros mecanismos de integración como en el marco del Foro de Cooperación China-América. De forma constante, se puede observar cómo el beneplácito argentino ha sido clave para que las iniciativas chinas en la región salgan adelante, como es el megaproyecto mencionado de la Franja y Ruta de la Seda o el apoyo de Argentina a China en las reuniones de alto nivel CELAC-China

Con una cantidad de volumen de intercambio comercial anual con China con un valor de más del 4 por ciento del PIB argentino, el gigante asiático ha encontrado en Argentina una fuente fiable de suministros de primera necesidad, destacando la soja y la carne como elementos esenciales para su sector primario. Mientras que, por su parte, Argentina ha multiplicado por cuatro su cifra de importaciones chinas desde el año 2000.

Asimismo, China es un activo esencial para el gobierno argentino en términos de deuda externa. Tal es así, que Argentina ha alcanzado una cantidad a adeudar de más de USD 18.500 millones, con la decisión última de establecer el comercio bilateral en yuanes (con el fin de no agotar también su reserva de divisas en dólares) para favorecer los intereses de su socio. De esta forma, y empleando herramientas financieras como los swaps de divisas, el gobierno argentino ha visto en China un aliado para captar financiamiento y, de la mano, inversión extranjera directa (IED), canalizada principalmente a través de la inversión en infraestructuras.

Uno de los canales oficiales chinos para realizar estas inversiones es la inclusión de Argentina en sus instituciones financieras. En el año 2021, Argentina pasó a formar parte del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, consolidando sus acuerdos de cooperación y los más de USD 15.000 millones que lleva invertido en el país desde el año 2000. Energía (incluida nuclear e hidroeléctrica), transporte, minería o el sector primario han sido objetivo prioritario para las inversiones chinas. Las represas Néstor Kirchner y la Jorge Cepernic, ambas con un 100 por ciento de financiamiento chino, son ejemplo de ello. Por otra parte, también están el Parque Solar Cauchari, el más grande de China en Latinoamérica, o las dos fusiones/adquisiciones más importantes de 2022 de China en toda la región latinoamericana, LitheA Inc. (adquirida por Ganfeng Lithium Co. Ltd.) y Neo Lithium Corp. (adquirida por Zijin Mining Group), alcanzando una suma entre ambas de más de USD 1.700 millones.

Dado este marco, y entendiendo la alta dependencia económica-financiera de Argentina, es importante analizar la postura de los candidatos presidenciales hacia China, pues se atiende a un momento fundamental para sus relaciones. Por una parte, el candidato peronista y actual ministro de Economía Sergio Massa, se presenta como un defensor de las relaciones Argentina-China. Durante su tiempo como ministro, Massa ha visitado China y ha firmado un Plan de Cooperación que refuerza la cooperación económica y comercial para seguir avanzando en el marco de la Franja y Ruta de la Seda. Asimismo, recientemente, el candidato a la presidencia anunció el acuerdo con China de ampliación de swaps de divisas que ingresará más de USD 6.500 millones en las reservas del Banco Central, afirmando que las reservas nacionales pasarán de USD 5.000 a USD 11.500 millones de libre disponibilidad (y que buscarán aplicar a la economía argentina para invertir en importaciones y aumentar la capacidad de intervención gubernamental en la economía). En este sentido, se espera que en un gobierno de Massa se seguirá ampliando las relaciones con el país asiático bajo dos pilares fundamentales: impulsar y asegurar las inversiones en infraestructuras nacionales (casi imposibles de realizar sin el capital chino) y, por otro lado, obtener financiación internacional y una fuente de divisas relativamente estable.

De forma opuesta, Javier Milei ha sido extremadamente crítico de las relaciones con China, alertando a las autoridades chinas desde su victoria en las PASO. Declarando públicamente que Estados Unidos e Israel serían sus principales socios internacionales si llegase a la presidencia, ha relegado a China a un segundo plano como socio internacional. Respaldado por su ideología, afirma que el sistema comunista chino es tal incompatible con los principios liberales que le llevaría a romper relaciones gobierno-gobierno para que fuese el sector privado quien decidiese o no tener relaciones con China.

Sin embargo, al ver incrementadas sus posibilidades de convertirse en presidente y siguiendo la estela de otros presidentes como Jair Bolsonaro o Donald J. Trump, el discurso actual del equipo de Milei se centra en una mayor moderación al reconocer la dependencia económica del país asiático. Como consecuencia, la política de romper relaciones ha dejado paso a un discurso moderado donde la participación del Estado sea menor y el sector privado sea quien tenga el protagonismo.  Asimismo, Milei es consciente de la existencia de cláusulas cross default (este tipo de cláusulas se incluyen en los contratos de préstamos con el fin de que el acreedor pueda exigir la cancelación de la deuda si el prestatario incumple otro contrato que tenga firmado) en los proyectos en infraestructuras más importantes en la actualidad, a través de las cuales condicionan el resto de préstamos en caso de incumplimiento argentino. Es decir, los chinos condicionan gran parte de su inversión en infraestructuras a que los acuerdos sean respetados sea cual sea el gobierno en el poder (Mauricio Macri ya intentó suspender un acuerdo de obras en la represa Néstor Kirchner pero no pudo debido a este impedimento legal), asegurando así la continuidad de sus intereses.

Dado este contexto, es posible afirmar que China supone un pilar fundamental en el desarrollo financiero y económico de Argentina. La estructura interdependiente generada entre ambas partes ha llevado a que la ruptura de relaciones sea un escenario muy difícil de alcanzar. Pese a las declaraciones del candidato libertario, si consigue llegar a la presidencia, tendrá que lidiar con el gobierno chino de la mejor manera posible, pues son muchos proyectos, acuerdos e iniciativas que dependen de un adecuado cumplimiento por parte de Argentina. Mientras que, por parte de Massa, el incremento de las aproximaciones está asegurado. Pues el gobierno del que forma parte ha encontrado en China un apoyo financiero capaz de aliviar las tensiones de deuda externa y aumentar las reservas de divisas.

Consecuentemente, las relaciones con China han adoptado un rol estratégico para el futuro de Argentina. El resultado de estas elecciones puede tener un impacto en la narrativa de estas relaciones, pero el fondo es muy poco probable que pueda cambiar. Los proyectos y los compromisos, actuales y futuros, están atados en corto y correctamente planificados. La transición energética, la infraestructura sostenible o la minería son sectores que necesitan del apoyo chino para su consecución, y el gobierno argentino no puede abandonar el desarrollo de estos campos sin afrontar consecuencias nefastas. Por tanto, habrá que estar atento a qué camino escogen los argentinos para abrir una nueva etapa o continuar en la ya establecida en sus relaciones con sus socios chinos.

 

Miguel Ángel Melián is an intern at Global Americans and an international analyst. He holds a degree in International Relations with a specialization in Diplomacy from the Diplomatic School of Spain. He is currently pursuing a master’s degree in Political Science and Public Management at the Universidad Rey Juan Carlos I in Madrid.

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