Tan pronto las campanas del Senado anunciaron la suspensión de Dilma Rousseff del cargo de Presidenta, el 14 de mayo, Michel Temer prometió mejorar la gobernabilidad; entiéndase, la interlocución entre el Gobierno y el Congreso, con el fin de superar la crisis política que paralizara el país desde el 2015.
Durante el primer mandato de Rousseff, la guerra de baja intensidad liderada por el entonces poderoso diputado, y ahora encarcelado Eduardo Cunha, había comprometido la aprobación de reformas necesarias para evitar el colapso de las cuentas públicas. Durante los 17 meses del segundo mandato de Rousseff, fue guerra total, resultando victorioso el eje parlamentario encabezado por un especialista en gobernar sin ganar elecciones presidenciales: el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).
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