Hablándoles a sus seguidores

Tanto Alejandro Guillier como Sebastián Piñera creen que la victoria depende de lograr que el mayor número posible de sus partidarios salga a votar. Ambos les hablaron a sus bases porque comprensiblemente creen que el sector que más se anime a ir a votar —ya sea por entusiasmo por su candidato o por temor a la alternativa— se quedará con la victoria el próximo domingo.

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Como para dejar en claro que la victoria del 17 de diciembre irá para el que logre movilizar a un mayor número de sus simpatizantes, los candidatos presidenciales aprovecharon el debate de anoche para hablarles a sus seguidores. Si bien Sebastián Piñera demostró un mejor manejo de las cifras y los datos, Alejandro Guillier aprovechó cada ocasión para recordarles a los chilenos los aspectos negativos del legado de Piñera. Dejando en claro que su mejor opción de ganar depende de que el alto rechazo que genera el ex Presidente se transforme en un voto a su favor, Guillier destacó la principal fortaleza de su candidatura: no ser Piñera. A su vez, sabiendo que su base de apoyo valora su capacidad y conocimiento, él intentó convencer a los indecisos de que, aunque no sea el más querido, es el más preparado para ocupar La Moneda por los próximos cuatro años.

Muchas personas habían puesto demasiadas expectativas en lo que podía ocurrir en el debate. Dado el alto nivel de incertidumbre que rodea a esta elección, cualquier evento puede convertirse en decisivo para cargar la balanza del 17 de diciembre. Pero como suele ocurrir con los debates presidenciales, los candidatos se ajustaron a su estrategia comunicacional e intentaron evitar cometer errores. Sorpresivamente, y pese a que el formato acordado se prestaba para que hubiera más interacción entre periodistas y candidatos —y entre los propios candidatos—, los periodistas desaprovecharon la oportunidad de emplazar más directamente a los presidenciables. Es cierto que éstos muchas veces ignoraron las preguntas de los periodistas y dijeron lo que querían, pero los periodistas también dedicaron mucho tiempo a contextualizar sus preguntas y a editorializar, robándoles tiempo de respuesta a los candidatos y convirtiendo el debate en una oportunidad para explicitar sus propias opiniones.

Consciente de que tiene menos manejo de los temas de políticas públicas, Guillier alargó sus respuestas e intentó mantenerse en las cuestiones conceptuales y las grandes ideas. Las únicas veces que el candidato de la centroizquierda se vio más entusiasmado fue cuando pudo criticar las fallas y falencias del gobierno de Piñera y atacar el carácter de su rival. De hecho, para Guillier, el objetivo del debate era recordarles a los indecisos las sombras del gobierno de Piñera y las debilidades del hombre que hasta hace un mes era el gran favorito para ganar la elección presidencial. Por eso, aunque tropezó con algunos datos y se contradijo respecto de lo que dice su programa y declaraciones previas suyas, Guillier se apegó al libreto de recordarle a la gente las cosas por las que Piñera llegó a marcar más de un 60% de rechazo cuando fue Presidente.

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