La aparente obsesión del gobierno por volver a poner en la agenda el conflicto mapuche pudiera responder a la necesidad de afirmar la base de derecha ante la arremetida de José Antonio Kast. Pero los gobiernos exitosos son los que logran conquistar el centro y gobernar desde el pragmatismo y la moderación. Si la administración de Piñera se obsesiona con combatir una amenaza terrorista mapuche que no existe sino en la mente de algunos extremistas de derecha, perderá el apoyo mayoritario de los chilenos razonables y moderados que quieren que el país avance hacia un mejor futuro, sin militarización del conflicto mapuche.
Resulta difícil entender por qué el subsecretario del Interior Rodrigo Ubilla sugirió una posible escalada terrorista mapuche. Al asociar algunos de los incendios forestales en el sur de Chile a la causa mapuche, literalmente le echó leña al fuego. No es que haya dicho algo que a nadie se la ha pasado por la cabeza; es perfectamente razonable sospechar que la responsabilidad de al menos algunos de los incendios intencionales recaiga en personas asociadas o simpatizantes de la causa autonómica mapuche. Pero lo que es razonable suponer para cualquier persona —y posiblemente una de las líneas de investigación que deberá explorar la Fiscalía— no debiera ser una afirmación del subsecretario del Interior. Si el gobierno tiene información que pudiera servir para esclarecer los hechos, lo que corresponde es hacerla llegar al Ministerio Público, no anunciarla en una entrevista política el fin de semana.
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