Resulta difícil imaginar una alianza más improbable de ministros en el gabinete de Bachelet que la que pudieran formar los titulares del Interior, Mario “Peta” Fernández y de Hacienda, Rodrigo Valdés. Las declaraciones llamando a que se constituya una dupla Peta-Valdés que logre moderar al gobierno constituyen una declaración que refleja nostalgia por los viejos gobiernos concertacionistas más que una alternativa factible en lo que resta del segundo cuatrienio de Bachelet.
Ya sea porque lo dicen las encuestas o las cifras económicas, este gobierno se perfila a tener el peor desempeño de un periodo presidencial desde el retorno de la democracia. Salvo por la magra expansión del PIB en lo que va del periodo, cuesta identificar una dimensión en la que Chile esté mejor de lo que estaba cuando Bachelet asumió su segundo periodo. Desde un mayor desempleo hasta niveles más extendidos de pesimismo en consumidores y actores económicos, las señales de que avanzamos por el camino equivocado son evidentes. Aunque el gobierno se anota varias reformas a su favor, las principales medidas tienen falencias evidentes que obligarán a futuros gobiernos a corregirlas.
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