Treinta mil. Es el número de muertes violentas ocurridas en Venezuela en 2016. Los argentinos comprenden la gravedad de este número. Los informes del Observatorio de Violencia permiten anticipar que en 2017 Venezuela arrebatará a El Salvador el cetro de país más violento del mundo.
No siempre fue así: hacia 1998, cuando Hugo Chávez ganó las elecciones, se registraban “sólo” 4500 homicidios anuales y el mal ejemplo de la región era Colombia. Es cierto que la sociedad venezolana, entonces empobrecida y colérica, ya no era el paraíso democrático de antaño; pero nadie podía imaginar que la pesadilla recién comenzaba.
La historia latinoamericana está surcada de golpes y bancarrotas; y, sin embargo, lo que hoy ocurre en Venezuela es sorprendente. Ni la dictadura cubana ni el colapso argentino de 2001 se le equiparan: en Cuba hay orden público y en la Argentina hubo rebote económico. Ninguno de estos consuelos se yergue en el horizonte venezolano.
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