Uno de los países latinoamericanos más estables y mejor evaluados en su sistema político e institucional, Uruguay, se encamina a unas elecciones que podrían abrir las puertas para un cambio en la conducción nacional, tras 15 años de gobiernos del centro-izquierdista Frente Amplio.
Las elecciones presidenciales uruguayas tendrán una primera fecha este 27 de octubre, el mismo día de los comicios en Argentina y una semana después de las votaciones en Bolivia. Pero, dada la fragmentación de las preferencias, es prácticamente un hecho que habrá una segunda vuelta, el 24 de noviembre, entre los dos candidatos que resulten más votados en la primera ronda.
El uruguayo “es un sistema hecho para que nadie gane en la primera vuelta, ya que se necesita el 50% más un voto del total de votos emitidos”, explica a DIARIO DE CUBA, desde Montevideo, el consultor político Federico Irazábal.
El Frente Amplio, una coalición de agrupaciones de centro-izquierda e izquierda que ha gobernado por 15 años consecutivos, ha visto cómo se erosiona su respaldo. Las encuestas le adjudican alrededor del 40% de votos para el 27 de octubre. Lo que podría favorecer al Frente Amplio sería una desunión de las fuerzas de oposición, de signo conservador, en la segunda vuelta.
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