Jessica Reyes -24 años, de padres mexicanos, nacida y criada en Queens, Nueva York– se despierta, alcanza su smartphone, revisa Gmail, abre Facebook. Camino al trabajo lee rápidamente las breves de la mañana en la app del New York Times y repasa los gastos del fin de semana: Amazon, Uber, Sephora, Best Buy, y Uber otra vez.
Para lunchear ordena en Seamless algo healthy pero tasty, y por supuesto spicy. En el gym escucha una playlist con J Balvin, Cardi B y Kendrick Lamar en Spotify. Antes de dormir, un capítulo o dos de Stranger Things en Netflix.
Ella pertenece al grupo de consumidores más dinámico en Estados Unidos: el hispano o latino, compuesto por la población de habla hispana de aquel país y de primera o segunda generación proveniente de Latinoamérica y el Caribe.
A su vez, Jessica también es un consumidor hispennial –término para referirse a los más de 15 millones de millennials hispanos–, grupo que por sus hábitos, audacia para probar nuevos productos y predilección por las compras en línea, se perfila como el segmento más valioso dentro del mercado hispano en la Unión Americana.
Con una dualidad cultural, hábitos y necesidades particulares, así como un poder adquisitivo que crece rápido, el mercado hispennial es hoy una audiencia relevante, poderosa y pionera en diversas industrias, que pasó de ser un nicho a una fuente de crecimiento económico en el país vecino.
De hecho, será este el mercado que impulse el crecimiento y desarrollo en industrias clavecomo bienes raíces, alimentos, retail, educación, servicios financieros, transporte, entretenimiento y medios.
Tan sólo en el área de bienes raíces, los hispanos representan el 74.9% del crecimiento neto en la adquisición de propiedades en todo Estados Unidos.
Para el año 2030, se espera que la mitad de los compradores de propiedades sea de origen hispano, un fenómeno impulsado en gran parte por los hispennials quienes, como Jessica,se integran a la fuerza laboral, aunado al envejecimiento de los alguna vez dominantes Baby Boomers.
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