Durante la segunda mitad de 2021, cuando la Convención Constituyente esté en la recta final de la redacción de la nueva constitución, los chilenos también estaremos inmersos en una campaña presidencial y legislativa. Es una mala idea discutir el contenido de una nueva constitución cuando hay candidatos en campaña realizando promesas electorales. Porque los procesos constituyentes —que de por sí son inusuales— en general se realizan después de una elección, Chile entrará en territorio desconocido al hacer correr en paralelo el proceso constituyente y la próxima campaña presidencial.
Si el 26 de abril gana la opción Apruebo, se iniciará un proceso constituyente que terminará recién en marzo de 2022. El 25 de octubre votaremos por los miembros de la Convención Constituyente (o por la mitad de sus miembros, si es que en el plebiscito se impone la opción de Convención Mixta). La Convención Constituyente comenzará a sesionar una vez que el Tribunal Electoral declare oficialmente a los candidatos ganadores. Suponiendo que eso ocurre en 30 días, la Convención Constituyente debería estar comenzando a sesionar a fines de noviembre de 2020.
Como el acuerdo le da 9 meses de plazo (extensibles por 3 meses más), la propuesta de nueva constitución debiera estar para fines de noviembre de 2021. Ahora, como deberá discutir el contenido de cada artículo de la constitución, la Convención pudiera no completar su trabajo en 12 meses. Dado que el poder constituyente recae en la propia Convención, no parece imposible que ésta se arrogue la potestad de ampliar el plazo para terminar su trabajo. Considerando la lentitud con la que se legisla en Chile —las leyes toman en promedio más de un año para ser promulgadas—, parece razonable suponer que la nueva constitución no se redacte en menos de 12 meses.
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