No llueve, pero gotea

Si bien Piñera ajustó el gabinete, el cambio no fue lo suficientemente amplio ni profundo como para limpiar el contaminado aire político que tiene a las iniciativas de gobierno entrampadas en el hostil Congreso controlado por la oposición.

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Precisamente porque era tan esperado y porque el Presidente Piñera se demoró tanto en realizarlo, el cambio de gabinete inevitablemente decepcionó a los que se habían dejado llevar por las expectativas infundadas de un ajuste radical en la composición del equipo de gobierno. Y dado que el Mandatario optó por no cambiar a ninguno de los ministros más importantes, la variación probablemente tendrá un impacto menor en el clima político y en la habilidad del gobierno de Chile Vamos de lograr avanzar su agenda legislativa.

Desde hace ya varios meses que se venía rumoreando un cambio de gabinete. Cuando el gobierno cumplió su primer año en el poder, las voces que pedían un ajuste se escucharon con fuerza. Porque siempre hay ministros en problemas, por errores propios o conflictos heredados, la debilidad del ministro de Salud en su momento, o del titular de Economía en otro, hizo que volvieran los rumores sobre el cambio. Pero el Presidente Piñera se negaba a realizar un ajuste que, inevitablemente, implicaba reconocer que las cosas no estaban saliendo como él esperaba y como el país quería.

En mayo, cuando se acercaba el momento de la cuenta pública, aumentó la presión para realizar el cambio de gabinete antes de que el Presidente hablara ante el Congreso. Muchos incluso elaboraron listas de los ministros que estaban por irse y, lo que es más importante, de las figuras políticas de peso que estaban en consideración para ser sumadas con el objeto de potenciar al gobierno y lograr que mejorara la alicaída aprobación que recibía la gestión de Piñera. Pero llegó el 1 de junio y el Mandatario se dirigió al Congreso y a la nación acompañado por el mismo equipo ministerial con el que se había iniciado el año 2019. Parecía improbable que, después del 1 de junio, optara por rearmar su equipo de gobierno. Si el momento de la cuenta pública constituye una especie de inicio de un nuevo round político, parece innecesario que, días después de ella, el Jefe de Estado opte por hacer un ajuste que empañe sus anuncios y constituya una especie de reset del gobierno.

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