En un muy bien escrito -pero mal titulado- ensayo, Daniel Mansuy se une a un extenso número de intelectuales que han intentado explicar el Chile actual. Afortunadamente, Mansuy no cae en el voluntarismo nostálgico izquierdoso que cree que Chile avanza en la dirección equivocada, pese a toda la evidencia existente que dice lo contrario. Tampoco peca del optimismo militante y dogmático de los talibanes del modelo que creen que no hay que cambiar nada. Más bien, Mansuy intenta explicar las bases del modelo y porqué esas bases generan esa polarización que aparece cuando los chilenos de distinto color político intentan explicar Chile. Porque es demasiado joven como para haber vivido el Chile de antes y porque tampoco carga con el peso de haber defendido la dictadura, Mansuy tiene la libertad para destacar lo que está bien con el Chile de hoy y para identificar lo que está mal y lo que todavía está contaminado por el doloroso y polarizador legado de la dictadura militar.
Mansuy es un filósofo político, doctorado en la Universidad de Rennes y académico en la Universidad de los Andes. También es un prolífico columnista y participa activamente del debate público desde el Instituto de Estudios de la Sociedad. Nacido en 1978, Mansuy no tenía edad para votar en el plebiscito de 1988. Luego, no está contaminado por la polarización que marcó a los que tuvieron que elegir entre apoyar la extensión de la dictadura y la continuidad del modelo neoliberal o apostar por un retorno a la democracia que implicaba el riesgo de adoptar políticas retrógradas. Mansuy tampoco vivió como adulto la década de los 90, que Alfredo Jocelyn-Holt brillantemente resumió como cuando pasamos del “avanzar sin transar al transar sin parar”.
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