Patricio Navia: Una hoja de ruta para la derecha

Ahora que parece haber finalmente quedado en claro que el gobierno del Presidente Piñera ya se acabó, la pregunta que reina en el ambiente es cuál es el norte que ahora guiará a los partidos de derecha. Después del rotundo fracaso del intento por construir un proyecto exitoso a cargo de Piñera y alejada del legado de Pinochet, la derecha chilena se encuentra sin líder.

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Ahora que parece haber finalmente quedado en claro que el gobierno del Presidente Piñera ya se acabó, la pregunta que reina en el ambiente es cuál es el norte que ahora guiará a los partidos de derecha. Después del rotundo fracaso del intento por construir un proyecto exitoso a cargo de Piñera y alejada del legado de Pinochet, la derecha chilena se encuentra sin líder. Mientras algunos proponen una travesía hacia el centro, otros creen que bastará con buscar a un candidato medianamente popular para salvar el desafío de las elecciones presidenciales y legislativas de 2021. Pero la necesidad de plasmar una visión de país en el proceso constituyente que prontamente se iniciará obliga a la derecha a una inmediata introspección que le permita definir cuáles son las características de la sociedad que aspira construir.

Después de haber quedado atrapada por casi dos décadas en el complejo legado de reformas de mercado y violaciones a los derechos humanos cometidos por la dictadura, la derecha chilena finalmente logró una victoria en la contienda presidencial en 2009, de la mano de Sebastián Piñera, un empresario de derecha que se opuso a la continuación del régimen militar en el plebiscito de 1988. Aunque gobernó por dos periodos, Piñera no logró construir un nuevo modelo de derecha para Chile. Tanto en su primer gobierno como en el segundo careció de un proyecto de país que pudiera atraer a un número lo suficientemente amplio de personas. Su foco más centrado en el crecimiento que en el desarrollo —y los datos más bien discretos de desempeño económico— terminaron por diluir la promesa de la derecha construiría un mejor país que el que había logrado construir la coalición centroizquierdista de la Concertación. Al final, Piñera terminó siendo una mala copia de lo que fueron los primeros cuatro gobiernos concertacionistas.

Pero, aunque abundarán los estudios sobre las razones del fracaso del proyecto político liderado por Piñera, la derecha tiene hoy una tarea más urgente e importante. Para poder ser competitiva en las elecciones de noviembre y diciembre —la contienda para elegir a los miembros de la convención constitucional ya está demasiado encima como para evitar que sufra un castigo por la impopularidad del presidente Piñera—, la derecha necesita tener un norte sobre el país que quiere construir y una hoja de ruta simple y atractiva sobre cómo poder llegar a ese objetivo. Es más, precisamente porque el proceso constituyente obligará a todos los partidos a dejar muy en claro el país que quieren construir, el ejercicio que debe hacer la derecha es todavía más urgente. Si bien en una elección presidencial los partidos pueden esconder su falta de ideas detrás de una candidatura popular, si la derecha llega sin un proyecto de país a la convención constitucional, la nueva Constitución será una sinfonía de las utopías de izquierda a favor de un estado gigante benefactor que dirija los destinos y la economía del país.

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