Después que la promesa de educación de calidad y gratuita para todos realizada por Michelle Bachelet en la campaña presidencial de 2013 no se pudo materializar, la clase política chilena arriesga volver a realizar promesas incumplibles en 2017. Dado el alto descontento que existe con el sistema de pensiones, ya se escuchan voces que hablan de pensiones de calidad para todos, sin especificar de dónde saldrá el dinero (el equivalente de gratuitas). Si bien uno pensaría que el electorado ya aprendió la lección, no hay que desestimar la capacidad de la gente para tropezar de nuevo con la misma piedra de las promesas incumplibles.
En 2013, la principal promesa de Bachelet era la gratuidad en la educación en todos los niveles. Bachelet prometió terminar con el copago, la selección y el lucro en la educación básica y secundaria. La ex Presidenta también prometió avanzar decididamente a la gratuidad en la educación superior, comprometiéndose a cubrir al 70% de los alumnos hacia el fin de su gobierno y llegar al 100% pocos años después. Una vez Presidenta, Bachelet llenó la promesa de gratuidad con letra chica. Aunque se promulgó una ley para la educación básica y secundaria, la implementación de la ley dependerá de futuros gobiernos, por lo que bien pudiera ser que el copago, la selección y el lucro sobrevivan en nuestro sistema educacional. Es más, dado cómo ha evolucionado la matrícula en los últimos años —incluido el periodo en el poder de la NM—, la participación de la educación pública en el sistema educacional chileno se sigue empequeñeciendo. En educación superior, el gobierno ha comenzado a derribar un sistema de mercado que funcionaba mal sin tener ni siquiera los planos de la estructura que pretende construir en su lugar.
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