Que Cuba juega un papel muy relevante en el devenir de Venezuela no parece ser un asunto en discusión. La pregunta es si Cuba, un régimen de partido único y sin libertades para la disidencia política organizada, puede ser el pivote para desencadenar un cambio democrático en Venezuela, llevando al país sudamericano lo que el Gobierno cubano ha negado para sus ciudadanos por 60 años.
Hace dos años el magnate venezolano Gustavo Cisneros, de origen cubano, planteó que un escenario poschavista en Venezuela debía concertarse con Cuba, EEUU y Colombia. En varias declaraciones el llamado Grupo de Lima, formado por una docena de países americanos enfocados en encontrar salidas a la crisis venezolana, ha llamado a la Isla a favorecer el cambio en Venezuela.
Siendo parte del Grupo de Lima, y al mismo tiempo tratando de tener una posición propia en su diplomacia hemisférica, Canadá ha iniciado una serie de contactos de muy alto nivel con Cuba, en aras de que la Isla ayude a destrabar la situación venezolana.
Estando en las antípodas en relación con el régimen de Nicolás Maduro, ya que Canadá no le da legitimidad a su gobierno y La Habana lo apoya, desde Ottawa tal vez apuestan a una vía canadiense que también les ayude a marcar distancia de la sin duda notable influencia que tiene EEUU en las Américas.
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