Contra todo pronóstico, Nicolás Maduro cumple en estos días 8 años en el poder. Nadie apostaba a que lograría estar tanto tiempo en la presidencia. En este momento, sin que nos simpatice esa idea, en realidad el gobernante luce afianzado y uno imagina que siendo así, estará proyectando su ejercicio en el poder por varios años más.
En la etapa final de 2012, cuando ya Hugo Chávez había nombrado a Maduro como heredero en lo que fue su última aparición pública, un respetado historiador en un coctel de fin de año le pregunta a un dirigente político, aspirante a presidente: ¿cuánto tiempo le das a Maduro? Y el político responde de inmediato: “no aguanta seis meses”. Lo mismo dijeron de Juan Vicente Gómez, riposta el historiador, y se equivocaron por 26 años y medio.
Esta anécdota, totalmente verídica, me sirve para abordar un asunto del que no se quiere hablar en el país, pero que es una verdad verdadera. No hay señales, ninguna, de que Maduro vaya a dejar el poder, ni siquiera en el mediano o incluso el largo plazo. Su régimen, autoritario sin duda, se ha consolidado gracias a factores tanto internos como globales.
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