A Alfonsín le hundió la Ley Mucci. A De la Rúa le masticó la Banelco. A Cristina le acomodó un voto no positivo. A Macri le desenchufó la reforma electoral. El Senado es una cámara difícil hasta para el peronismo, pero sobre todo para los no peronistas. Y este año se renueva su tercio más peronista: el grupo de la muerte. Cambiemos se juega todo; una derrota transformaría el 2019 en una gran interna del PJ.
Mientras el peronismo tiene quórum propio, el oficialismo controla menos de un cuarto de los senadores. Más precisamente, un quinto: 15 sobre 72. La experiencia y la Constitución recomiendan no bajar del tercio, o sea 24: es el número que le permite al presidente mantener un veto y evitar el juicio político. Y nombrar jueces, diplomáticos y generales, además de aprobar tratados internacionales. Una de dos: o el gobierno sale a buscar los nueve senadores que le faltan o deja de llamar feudales a los gobernadores peronistas, de los cuales dependerá su supervivencia.
El problema es que el tercio que se renueva es el más peronista de todos. Explicación: en ese grupo hay cuatro provincias que tienen gobernadores peronistas desde 1983, y una quinta que lo perdió por primera vez en 2015. Son fieles. Algunas incluso mandan a los tres senadores del mismo palo, aun cuando la reforma de 1994 fue diseñada para asegurar la representación de la minoría. Hoy, todos los senadores de La Rioja, San Juan, San Luis y Misiones son peronistas de diversa pelambre. En total se renuevan 14 senadores del FpV, seis peronistas diferentes, tres radicales y un margarito.
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