En Venezuela se ha debatido con bastante intensidad sobre cuál debería ser el rol de la comunidad internacional para alcanzar una transición democrática en el país. Durante 2019, no pocos venezolanos imaginaron que una acción militar de Estados Unidos era inminente. Sin embargo, el paso del tiempo ha dejado claro que aquellas amenazas de Washington eran solo parte de una guerra sicológica que tenía como objetivo quebrar al chavismo. Y no surtió efecto.
La reciente gira de Juan Guaidó por varios países de Europa y América nos trae de vuelta, en Venezuela, a la discusión sobre cuál debería ser el rol de la comunidad internacional. Una mayoría de naciones de Occidente están abiertamente en contra del régimen de Nicolás Maduro y apuestan por un cambio democrático, pero sigue sin haber claridad acerca de la vía para alcanzar dicho objetivo.
La gira de Guaidó, entre otras cosas, hizo patente enormes diferencias de enfoque. Las posturas de España (teniendo canales de comunicación secretos con altos funcionarios de Maduro) o de Canadá (pensando que Cuba debe estar en una mesa de negociación sobre Venezuela), por mencionar solo dos posiciones divergentes en Europa y América, dejan en claro la necesidad de consensos mínimos sobre cómo ayudar a conducir a Venezuela hacia una transición democrática.
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