Si tuviera que escoger una fecha, sólo una, como punto de quiebre del sistema democrático venezolano yo seleccionaría, sin duda, el 4 de febrero.
En artículos anteriores abordamos por un lado la significación del 23 de enero, en tanto fecha símbolo de la construcción democrática en Venezuela. Construcción incompleta y con errores, sin duda alguna, pero apuesta consensuada de las élites, con respaldo popular, para garantizar derechos civiles generalizados y apalancar el desarrollo nacional en la distribución de la renta.
La desdemocratización, también comentada en este espacio, fue resultado de la incapacidad de las élites para refundar, reajustar el modelo, y reconectarse con el pueblo. Una serie de factores, desde militares hasta económicos, terminaron confluyendo en empoderar como líder de la promesa del cambio a quien encarnaba la figura de un nuevo mesías. Sí, hablamos de Hugo Chávez.
Hasta el día 3 de febrero de 1992 Chávez era un absoluto desconocido en Venezuela. Un día como hoy, 4 de febrero, aquello cambió de forma radical. Una muy breve aparición en la televisión nacional, lo que fue sin duda un error estratégico del alto mando militar de entonces (un yerro total darle espacio televisivo nacional a un golpista fallido), terminó empoderando a aquel hombre. Ya nada terminaría siendo igual en Venezuela.
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