The UN Human Rights Council passed a resolution on Venezuela. Here’s why that’s noteworthy

Though it's unlikely to change anything, this is the first time the body has passed a resolution on Venezuela. There was also one shocking yes vote.

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[EnglishArticle]Last week, the United Nations Human Rights Council (UNHRC) took the unprecedented step of passing a resolution on the human rights crisis in Venezuela. Though the resolution has been criticized by some as too weak, the fact that the UNHRC was able to pass a resolution at all is a sign of progress that provides interesting insight into the geopolitical dynamics of the Americas.

The text of the resolution acknowledges “serious human rights violations in a context of a political, economic, social and humanitarian crisis,” calls for the Venezuelan government to accept humanitarian assistance in the form of food, medicine, and medical supplies, and requests that the High Commissioner prepare a report on the human rights situation in Venezuela for the 41st session of the UNHRC. It stops short of placing the blame for the crisis on the Maduro regime.

A rare win for the Council

The resolution is a rare bright spot in what’s been a trying period for the UNHRC. The Council’s decline in legitimacy reached a nadir on June 19th, when U.S. Ambassador to the UN Nikki Haley announced that the U.S. was pulling out of the body, citing attacks against Israel and accusing the body of protecting the worst human rights abusers in the world.

The U.S. decision to pull out, though ominous for the future of the Council, wasn’t removed from reality. As part of our project monitoring the human rights performance of governments in the Western Hemisphere, we’ve tracked the makeup of the Council since 2007. The last ten years has seen a slow but consistent erosion of the number of “free” countries on the Council, that has paralleled a corresponding growth of “not free” Council members. In 2018 “not free” countries reach an all-time high of 14 seats on the Council, up from nine a decade ago.

Ecuador (!) votes yes

It’s heartening, then, that the flawed Council was able to get its act together to pass the resolution on Venezuela, even if it wasn’t as sharply worded as some would have liked. Perhaps most incredible is that Ecuador voted yes, leaving Cuba and Venezuela as the only two Western Hemisphere countries not to vote for the resolution.

Make no mistake, Ecuador’s yes vote is a big deal. Not only has Ecuador historically been hesitant to criticize the Chávez/Maduro regime, it’s typically been a consistent no vote or abstention in the UNHRC on human rights crises outside the hemisphere, including Syria, Iran, and the persecution of the Rohingya in Myanmar. It seemed as if that trend had continued under Rafael Correa’s unexpectedly moderate successor, Lenin Moreno; during the 37th regular session and 27th special session, both of which took place after Moreno came to power, Ecuador abstained from voting on two resolutions on the Rohingya and one resolution each on Syria and Iran.

Ecuador has also been hesitant to vote for resolutions on the Venezuela crisis at the Organization of American States (OAS). When the OAS finally passed a resolution on Venezuela in June, Ecuador abstained.

Ecuador’s decision to sign on to the resolution is perhaps a sign that the region’s leaders are beginning to wake up to the severity of the crisis, as well as its potential political and economic consequences in their own countries (4,000 Venezuelan refugees arrive at the Ecuadoran border every day). Nevertheless, it’s heartening to see a once-staunch ally of the Maduro regime begin to break ranks and join the growing regional consensus on Venezuela.

Too little too late?

The international community is woefully behind in its response to the worsening humanitarian crisis in Venezuela. The country is plagued by rampant inflation (expected to reach 1,000,000 percent this year), a shrinking economy (it contracted by 13.2 percent in 2017 and is expected to shrink by another 18 percent this year), and a growing crisis of malnutrition and previously-eradicated infectious diseases. As a result, more than 1.2 million Venezuelans have fled the country in the last two years alone, most of them within Latin America.

So although the UNHRC resolution is a step in the right direction, the international community is still without a coherent strategy for a crisis that has become a grave threat for the stability of all of Latin America. The millions of Venezuelan refugees who have already fled the country—and the millions more who are too sick, too poor, or too old to leave the country—need more than delicately-worded resolutions. [/EnglishArticle][SpanishArticle]

La semana pasada, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDHNU) dió un paso sin precedentes al aprobar una resolución sobre la crisis de derechos humanos en Venezuela. Aunque la resolución ha sido criticada por algunos como demasiado débil, el hecho de que el CDHNU pudo aprobar una resolución es un gran paso que proporciona una visión interesante de la dinámica geopolítica de las Américas.

El texto de la resolución reconoce “graves violaciones de derechos humanos en un contexto de crisis política, económica, social y humanitaria”, pide al gobierno venezolano que acepte asistencia humanitaria en forma de alimentos, medicamentos y suministros médicos, y solicita al Alto Comisionado que prepare un informe sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela para la 41ª sesión del CDH. La resolución no llega a culpar al régimen de Maduro de la crisis generada.

Una rara victoria

La resolución es singular en lo que ha sido un período difícil para el CDH. El declive en la legitimidad del Consejo llegó a su punto más bajo el 19 de junio, cuando la Embajadora de los Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, anunció que Estados Unidos se retiraba del organismo, citando ataques contra Israel y acusándolo de proteger a los peores abusadores de derechos humanos en el mundo.

La decisión de los Estados Unidos de retirarse, aunque ominosa para el futuro del Consejo, no se eliminó de la realidad. Como parte de nuestro proyecto de monitoreo del desempeño de los gobiernos en el Hemisferio Occidental en derechos humanos, hemos rastreado la composición del Consejo desde 2007. Los últimos diez años hemos observado una lenta pero constante erosión del número de países “libres” en el Consejo, erosión paralela a un crecimiento en el número de miembros “no libres”. En 2018, los países “no libres” alcanzaron un máximo histórico de 14 escaños en el Consejo, en comparación con nueve de hace una década.

Ecuador vota a favor

Es muy alentador que un Consejo fragmentado haya podido actuar para aprobar la resolución sobre Venezuela, incluso si no estuviera tan refinado como a algunos les hubiera gustado. Quizás lo más increíble es que Ecuador votó a favor de la resolución, dejando a Cuba y Venezuela como los únicos dos países del hemisferio occidental que no votaron en contra.

El voto a favor de Ecuador es, sin duda, un gran avance. Ecuador no solamente ha titubeado históricamente en criticar al régimen de Chávez/Maduro. También ha votado en contra o se ha abstenido en el CDHNU sobre crisis de derechos humanos fuera del hemisferio, incluida Siria, Irán y la persecución de la población Rohingya en Myanmar. Parecería que la tendencia continuaría con el inesperadamente moderado sucesor de Rafael Correa, Lenin Moreno—durante el 37º período ordinario de sesiones y el 27º período extraordinario de sesiones, que tuvieron lugar después de que Moreno llegara al poder, Ecuador se abstuvo de votar sobre dos resoluciones sobre la población Rohingya y una resolución sobre Siria e Irán.

Ecuador también se ha mostrado dubitativo en votar sobre resoluciones sobre la crisis de Venezuela en la Organización de los Estados Americanos (OEA). Cuando la OEA finalmente aprobó una resolución sobre Venezuela en junio, Ecuador se abstuvo.

La decisión de Ecuador de respaldar la resolución es quizás una señal de que los líderes de la región están comenzando a darse cuenta de la gravedad de la crisis, así como de las posibles consecuencias políticas y económicas en sus propios países (4,000 refugiados venezolanos llegan a la frontera con Ecuador cada día). Sin embargo, es alentador ver a un aliado incondicional del régimen de Maduro comenzar a romper filas y unirse al creciente consenso regional sobre Venezuela.

¿Muy poco, muy tarde?

La comunidad internacional ha sido lenta en mostrar una respuesta contundente al empeoramiento de la crisis humanitaria en Venezuela. El país se encuentra sumergido  en una inflación desenfrenada (se espera que alcance el millón por ciento este año), una economía que se contrae (se contrajo en 13.2 por ciento en 2017 y se espera que disminuya en otro 18 por ciento este año), y una creciente crisis de desnutrición y enfermedades infecciosas previamente erradicadas. Como resultado, más de 1.2 millones de venezolanos han huido del país solo en los últimos dos años, la mayoría de ellos a otros países en América Latina.

Entonces, aunque la resolución del CDH es un paso en la dirección correcta, la comunidad internacional todavía no tiene una estrategia coherente para una crisis que se ha convertido en una grave amenaza para la estabilidad de toda América Latina. Los millones de refugiados venezolanos que ya han huido del país, y los millones más que están demasiado enfermos, demasiado pobres o demasiado viejos para abandonar el país, necesitan algo más que resoluciones escritas con delicadeza.

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