Comprensiblemente, justo antes de iniciar sus vacaciones, el gobierno recibió con entusiasmo la llegada de 2 millones de dosis de la vacuna contra el coronavirus de la empresa china Sinovac. Pero si bien ya empieza a aparecer la luz al final del túnel de la pandemia en el país —o al menos está la convicción de que empezará la recuperación con la inoculación masiva de personas— el resto de las noticias sobre lo que se viene en 2021 es menos auspicioso.
El gobierno está cada día más débil. La salida del ministro de Hacienda Ignacio Briones terminó por imposibilitar un acuerdo ya bastante improbable en la reforma de pensiones. Cuando el país vuelva de estas inusuales vacaciones, los candidatos a la convención constitucional estarán peleando por el control de la agenda política con los aspirantes a gobernadores regionales y alcaldes. El espacio para que el gobierno pueda poner sus propios temas —incluida la reforma previsional— será muy limitado. Una vez que ya hayan sido electos los 155 miembros de la convención constitucional, la agenda estará ocupada por las prioridades que los convencionales pongan sobre la mesa y por sus anuncios sobre los valores y principios que buscarán incluir en la nueva Constitución. La ventana para la reforma de pensiones —y cualquier otra reforma que el gobierno aspiraba a realizar en 2021— ya se ha cerrado. Aunque algunos guarden la ilusión de que en marzo se podrá abrir una oportunidad para zanjar un acuerdo, el abultado calendario electoral que tiene el país en 2021 hace imposible pensar que estarán dadas las condiciones para impulsar una reforma al sistema de pensiones.
Casi todos los gobiernos experimentan una luna de miel en su primer año de gestión y un síndrome de pato cojo en el último año. Porque los legisladores siempre están más preocupados de su propia reelección o del próximo escalón en sus carreras políticas, resulta muy difícil para el gobierno impulsar reformas que requieran de una mayoría en el Congreso. Los legisladores están preocupados de hacer campaña, no de ir a votar por reformas que impulsa un gobierno que va de salida. Es más, precisamente porque también hay candidatos presidenciales haciendo sus propias campañas, los aspirantes a suceder al gobierno actual comprensiblemente quieren imponer sus propias visiones en las reformas que se empiezan a impulsar y que, debido a lo demoroso que resultan las tramitaciones de las leyes en Chile, probablemente vayan a ser promulgadas cuando ya haya asumido el nuevo gobierno. De ahí que, cuando el gobierno de Piñera quiera buscar un acuerdo con la mayoría de oposición en el Congreso una vez que haya empezado el mes de marzo, habrá varios aspirantes a candidatos presidenciales que querrán ser parte también del debate sobre el balance entre el ahorro individual y un sistema de reparto que tendrá el nuevo sistema de pensiones en el país.
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