Por estos días, durante la visita de Obama a América Latina, Estados Unidos vuelve a poner la atención en una región que desde hace años había perdido el contacto con la Casa Blanca. Entre los desafíos económicos y políticos que tiene Estados Unidos, sumados a que Obama cumple su último mandato y cada acción es medida con lupa, el gobierno norteamericano desde hace años ha preferido silenciar las relaciones con gran parte de América Latina. En los intentos que Estados Unidos ha hecho por acercarse a la región, de la otra parte solo surgio la “retórica imperialista” vinculada a teorías dependentistas que justifican el retraso de la región, con el éxito y el desarrollo de otros. Como si América Latina no tuviera nada que corregir en materia de institucionalidad (basta con mirar hacia Brasil por estas horas) o políticas macroeconómicas (como el fracaso económico que padece Venezuela).
Está claro que América Latina no es un solo país. Asimismo, a Estados Unidos no le ha quedado otra opción que muchas veces mirar la región como una misma masa de países. Porque si bien los que siguen “gritando contra el imperio” son cada vez menos, los que callan ante esos gritos son cada vez más. Nadie se atreve, en la región, a frenar la ola de discursos vacíos de mea culpa.
Quizá una de las últimas demostraciones de lo diferente que resulta el diálogo entre el país del Norte y la región del Sur, tuvo lugar en abril del año pasado durante la Cumbre de las Américas, en Panamá. El intercambio de palabras que tuvieron Obama y el presidente de Ecuador, Rafael Correa, dejó en evidencia que Estado Unidos y América Latina difícilmente podrán llegar alguna vez a ser socios si en medio de ambos no existe un “traductor ideológico”. En aquella oportunidad, Correa resaltó que “…una buena prensa es vital para una buena democracia, pero también debemos coincidir que una mala prensa es mortal para esa democracia y la prensa latinoamericana es mala, muy mala”. Ante este planteo, Obama contestó: “quizá el presidente Correa tenga más criterio que yo en la distinción entre la prensa buena y la mala, hay medios malos y me critican, pero sigue hablando esta prensa porque yo no confío en un sistema en que el que una sola persona hace esa determinación”.
El diálogo con Cuba
Hay varias aspectos que pueden ayudar a comprender las razones detrás de este diálogo. En primer lugar, Cuba decide dar este paso en medio de una coyuntura muy difícil para dos de sus principales aliados: Venezuela, como aliado regional y Rusia, como socio de escala global. Ambos países con situaciones económicas muy complejas que, en el caso de Rusia, se le debe agregar la difícil situación regional que le genera la guerra en Siria.
Desde Estados Unidos también hay razones profundas para el diálogo. La experiencia de los cambios políticos en Medio Oriente, originados por lo que muchos denominan la “Primavera Árabe,” derribó varias bibliotecas en Estados Unidos. La principal conclusión a la que parece llegar Washington es que resulta mucho más conveniente diplomática y económicamente, empoderar a la sociedad civil de un país para que, haciendo uso de su libertad, pueda reclamar transformaciones reales. Al acercarse a los Castro, Obama estará en mejores condiciones para pedir más libertades para los ciudadanos hoy oprimidos. Y así, ojalá, poder estar más cerca de poder comprender algún día que el mundo real no era el que le habían contado unos señores vestidos de verde que calzaban botas negras.
Una señal para Argentina
La visita de Obama a Argentina es una señal inmensa para ese país. Si bien el interlocutor para los países del Pacífico es Chile, desde hace años Estados Unidos buscaba un interlocutor protagónico para los países en el Atlántico. Vale recordar que si bien las exportaciones de Argentina con Estados Unidos se redujeron un 18% el último año. Es por esta razón que Obama también buscará reverdecer el lazo comercial y económico con Argentina.
El desafío para los demás países del Cono Sur estará en dar señales cada vez más claras de hacia dónde quieren ir en materia económica y comercial. No hay dudas que muchos beneficios que pueda lograr Argentina ante su apertura comercial, puedan ser también traducidos en logros para sus vecinos más pragmáticos. Ante la difícil situación política y económica de Brasil y Venezuela, bien podrían Argentina, Paraguay y Uruguay generar un “Grupo de los tres” para salir a negociar acuerdos con el resto del mundo y así comenzar a abrir la puerta de una mayor flexibilización del Mercosur. Las ideas sobran, faltan ahora aquellos que las puedan poner en práctica.