El 4 de julio de 1986, Estados Unidos celebró el 210º aniversario de su Independencia y el Centenario de la Estatua de la libertad. El entonces presidente, Ronald Reagan, pronunció un emotivo discurso al pie de la figura más icónica de toda la Unión Americana, reflexionando sobre el sueño de la libertad ideado por la causa independiente, una idea compartida por miles de personas que a la fecha buscan hacer del país vecino su hogar.
Estados Unidos se alista nuevamente para tintar el cielo de azul, rojo y blanco con elaborados fuegos artificiales en la noche más importante del año. Para mi suerte, seré testigo del concurrido espectáculo en el mismo puerto donde, 33 años antes, Reagan invitó a la fiesta tanto a nacionales como a extranjeros por igual. Pero para este año, el presidente Donald Trump ha propuesto una celebración en la capital estadounidense muy distinta a la que su predecesor favorito –el presidente número 40– conmemoró tres décadas atrás.
Vía Twitter, Trump anunció que para este año la temática designada para el 243º aniversario, “Un homenaje a América”, cobraría vida en el monumento a Lincoln en Washington, D.C. con una “gran exhibición de fuegos artificiales, entretenimiento y un mensaje de su presidente favorito”, refiriéndose a él mismo por supuesto.
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