Este fin de semana el Partido Socialista se enfrenta a una difícil decisión. Mientras los institucionalistas y tradicionalistas creen que el PS debe nominar al ex Presidente Ricardo Lagos como su candidato a La Moneda, los insurgentes creen que es mejor ir con el senador Alejandro Guillier, que tiene mejores números en las encuestas. Pero como nada garantiza que Guillier vaya a ser competitivo contra Sebastián Piñera en noviembre, la decisión de apoyar a alguien simplemente porque es popular debiera llevar al PS a optar por el único camino razonable: en vez de comprometerse ahora con la opción conservadora, pero principista, de Lagos, o con la arriesgada y oportunista apuesta de Guillier, el PS debiera aceptar que el presente es vergonzante e invitar a ambos candidatos a presentar sus posturas antes de tomar una decisión. Además de ganar tiempo para ver si Guillier se mantiene en el primer lugar de los sondeos, el partido se puede convertir en el articulador del programa de Gobierno de la Nueva Mayoría, independientemente de quién termine siendo nominado.
Al igual que en 2009, cuando la sorpresiva decisión de José Miguel Insulza de no buscar una candidatura presidencial dejó al PS sin candidato, este año los socialistas optaron por desechar las improbables candidaturas del mismo Insulza junto con las del abogado constitucionalista Fernando Atria. Con esa decisión, el PS se queda sin abanderado propio y el comité central del partido debiera decidir entre las candidaturas de Lagos y Guillier para fijar postura al interior de la Nueva Mayoría.
Aunque hay presión de ambos mandos por sumar al más importante de los partidos de izquierda, el PS no debiera sentirse obligado a escoger. Hay demasiadas incógnitas aún como para comprar en verde una candidatura presidencial. Faltando una semana para que venza el plazo de re-inscripción de partidos ante el Servel, ni el Partido Radical, que apoya a Guillier, ni el PPD, que apoya a Lagos, han logrado las firmas necesarias para reconstituirse. El PS, que ya logró las firmas, no debiera arriesgar a hacer el ridículo al apoyar a un candidato presidencial que tal vez ni siquiera se pueda inscribir.
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