El nuevo presidente gobernará un país dividido en dos y tendrá que construir el consenso parlamentario que necesitarán sus políticas.

La reciente gira del presidente encargado por países de Europa y América trae de vuelta la discusión sobre el rol de las naciones democráticas ante Caracas.

La señal que han enviado los principales actores políticos—que serán también los principales actores del proceso constituyente—es especialmente preocupante.

Si tuviera que escoger una fecha, sólo una, como punto de quiebre del sistema democrático venezolano yo seleccionaría, sin duda, el 4 de febrero.

Será un escenario político inédito porque quien ejerce como presidente no tendrá bancada parlamentaria.

El calendario del proceso electoral —que se superpone con el calendario electoral de las contiendas municipales, regionales, legislativas y presidenciales de 2020 y 2021— nos recuerda que el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución se redactó apresuradamente entre gallos y medianoche.

En contraste con lo que ocurría en muchas realidades latinoamericanas y caribeñas, Venezuela tenía entonces una democracia bien valorada

Sabiamente, un dicho en inglés dice que el diablo está en los detalles. El apresurado diseño de la propuesta del proceso constituyente muestra que, cuando las cosas no se planifican bien, aumenta la posibilidad de que el resultado decepcione. Porque nadie razonable emprende en una aventura a sabiendas que la hoja de ruta está mal planificada, el diseño del proceso constituyente es una poderosa razón para votar “Rechazo”.

El líder opositor y la comunidad internacional no han logrado echar a Maduro del poder. ¿Qué ha camabiado, y qué es lo que vendrá?