Desde hace bastante tiempo he tratado de encontrar el tono para este texto. Debía escribir sobre dos ex defensores de derechos humanos, literalmente devorados por el chavismo, y de cómo su silencio en esta hora les hace cómplices. Y les hace cómplices de las violaciones que ellos combatieron, me consta, duramente en el pasado: las ejecuciones extrajudiciales y la tortura.
Encontré un artículo sobre el Papa Francisco, exactamente con este título que yo también he terminado por usar. Y me parece pertinente, por demás, que la frase provenga de este Sumo Pontífice al que se le pueden señalar muchas cosas, pero nunca se le podrá tachar de reaccionario o insensible.
Cuando el silencio se convierte en complicidad. Esta frase me ayuda a saldar cuentas con Alfredo Ruiz, actual Defensor del Pueblo, y con Soraya El Achkar, ex rectora fundadora de la Universidad de la Seguridad (UNES), y en su tiempo referente en las políticas de seguridad en Venezuela. Ambos unidos por su participación protagónica en lo que fue una de las más respetadas organizaciones de derechos humanos de Venezuela, la ahora desdibujada Red de Apoyo por la Justicia y la Paz.
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