El BID necesita un presidente visionario y con capacidad de generar consenso para afrontar el cambio climático.

El 20 de noviembre, los países deberían utilizar su voto para elegir un nuevo presidente del BID que restablezca la credibilidad del Banco y despliegue todo su potencial para impulsar una recuperación económica sostenible capaz de hacer frente a la emergencia climática.

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Foto: Sede del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington, D.C. Fuente: BID.

Originariamente este artículo fue publicado en inglés el 10 de noviembre de 2022. 

Desde la creación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 1959, América Latina y el Caribe nunca se había enfrentado a tantas crisis interconectadas. Desde los terribles efectos de la pandemia, las secuelas de la guerra en Ucrania hasta huracanes devastadores; la región se encuentra tambaleando por la alta inflación, el lento crecimiento global, la falta de infraestructura sostenible, la escasez de financiación y altos niveles de endeudamiento. La reciente remoción de su presidente, Mauricio Claver-Carone, no podría haber llegado en peor momento. A pesar de esto, la búsqueda de un nuevo presidente ofrece al Banco la oportunidad de restablecer su credibilidad y generar las reformas necesarias para ayudar a la región a enfrentar esta crisis sin precedentes. 

Para lograr restablecer la confianza en la institución y persuadir a los miembros para que aprueben un aumento de capital, el próximo presidente del BID debe ser un gran generador de consensos. Idealmente, el próximo presidente también debe ser una mujer proveniente de América Latina y el Caribe. También es importante que tenga una visión convincente sobre cómo el BID puede ayudar a liderar un proceso de recuperación económica consistente con el desarrollo de economías carbono neutral y resilientes al clima; sin perder de vista el crecimiento económico, la creación de empleo, la atracción de inversión y la reducción de riesgos financieros. 

Afortunadamente, hoy se reconoce que los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) como el BID necesitan reformarse y tener mayores ambiciones. Por ejemplo, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janer Yellen, propuso que los BMD deben ir más allá de solo otorgar préstamos teniendo en cuenta las características específicas de cada país para afrontar amenazas globales, como el cambio climático, y acelerar el flujo de capital privado al sur global. 

Hay varios potenciales candidatos muy cualificados que han sido sugeridos para liderar el BID. Entre estos, hay una mujer, Isabel de Saint Malo de Alvarado, ex vicepresidente y ministra de Asuntos Exteriores de Panamá. El gobierno de Biden, a diferencia de su predecesor y en línea con el histórico acuerdo tácito de que el presidente del BID debe ser un ciudadano de América Latina y el Caribe, no postulará a un candidato estadounidense. Esta es una señal especialmente alentadora, dado que un candidato respetado de la región estaría en una mejor posición para asegurar un aumento de capital. Claver-Carone, funcionario de la administración Trump, no tuvo éxito debido a sus relaciones distantes con los líderes demócratas de Estados Unidos. 

Mientras que el BID y su filial del sector privado, IDB Invest, han aportado un récord de USD 23,400 millones en proyectos relacionados con el ambiente, el impacto de este financiamiento sigue siendo limitado dada la escala de la crisis ambiental que enfrenta la región. A nivel mundial, la ONU estima un aumento del 10,3 por ciento de emisiones para 2030, muy por debajo de la reducción del 45 por ciento necesaria para limitar el calentamiento a 1,5 grados Celsius. De hecho, la ONU concluyó que “únicamente [una] transformación urgente en todos los [sectores]” será suficiente. 

En la región, el BID debería liderar esta transformación. Para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, y atender los desafíos sociales, los gobiernos de América Latina y el Caribe deberían destinar entre el 7 por ciento y el 19 por ciento del PBI, o hasta USD 1,3 billones de dólares, del gasto privado y público anual. Para ayudar a la región, el BID necesita un líder que pueda apoyar las reformas y asegurar un aumento de capital al mismo tiempo que aprovechar la financiación internacional para acelerar la acción climática. Mientras que Estados Unidos, Europa y China han realizado importantes inversiones, América Latina y el Caribe corre el riesgo de quedarse atrás. 

Para evitar esto, el nuevo presidente del BID debería no solo construir sobre algunos éxitos recientes, incluyendo el apoyo al Plan Nacional de Descarbonización de Costa Rica, sino también financiar proyectos de energía renovable y brindar soporte a los ministerios de finanzas en el diseño de medidas fiscales para la acción climática. Al aumentar el apoyo, el BID no solo impulsará una acción climática más contundente, sino que también generará nuevas oportunidades económicas en la región, incluyendo la creación de 15 millones de nuevos empleos netos y la atracción de miles de millones de dólares en beneficios de la descarbonización. 

El próximo presidente debe posicionar al Banco en la primera línea de la gestión de riesgos climáticos. En escenarios consistentes con la limitación del calentamiento global a 1,5 grados Celsius, la producción de petróleo en América Latina debe caer a menos de 4 millones de barriles por día para 2035. Esto significa que el 66 al 81 por ciento de las reservas probadas, probables y posibles de petróleo no se utilizarán antes del 2035. El impacto fiscal sería inmenso, ya que los exportadores regionales de petróleo podrían perder hasta USD 3 billones en regalías para 2035

El aumento y la intensidad de los impactos del cambio climático, especialmente en el Caribe y América Central, muestran por qué la financiación del BID y de otros organismos es esencial para apoyar a los países en la gestión de sus riesgos fiscales. También se justifica una reconsideración en el BID de otras políticas climáticas. El papel del mercado de carbono en la región parece limitado, varios estudios demuestran que este, en general, no conduce a la descarbonización. En su lugar, el Banco debería apoyar reformas sectoriales, como apostar a la reducción paulatina de los costosos subsidios a los combustibles fósiles y al desarrollo de nuevas tecnologías de baja emisión de carbono.

El proceso de modernización del BID para hacerlo más innovador, ágil y menos propenso al riesgo debe estar alineado con el Acuerdo de París. Según la secretaria Yellen, el nuevo presidente del BID (junto con otros BMD) debe implementar cambios en los incentivos internos, los modelos operativos y los usos de los recursos financieros del Banco. Por ejemplo, los préstamos basados en políticas (PBL, en inglés) en conjunto con cooperación técnica de alta calidad pueden hacer avanzar las reformas sectoriales necesarias. Estas reformas también están en consonancia con la nueva Iniciativa de Bridgetown para la Reforma de la Arquitectura Financiera Global, liderada por Barbados, que insta a la suspensión del pago de la deuda para mejorar la liquidez, ampliar los préstamos multilaterales, aumentar el apetito por el riesgo y priorizar los préstamos con condiciones favorables. En la COP27 celebrada en Egipto, la Primera Ministra de Barbados, Mia Mottley, enfáticamente reiteró que no solo es necesario reformar los BMD, sino que también hay que aumentar drásticamente el alcance de sus préstamos.

Este proceso resultará difícil sin reformas estructurales. El proceso de contrataciones del BID es a menudo lento y escabroso. En particular, la imposición de contratos a término para los consultores, genera una problema de fuga de talento, el estancamiento de proyectos y la pérdida de memoria institucional. Es necesario revisar las estructuras salariales y de beneficios del personal del Banco para liberar recursos con el fin de atraer y retener el talento. También hay que mejorar las prácticas de gestión para crear un entorno más compasivo y de confianza que empodere a los funcionarios.

El 20 de noviembre, los países deberían utilizar su voto para elegir un nuevo presidente del BID que restablezca la credibilidad del Banco y despliegue todo su potencial para impulsar una recuperación económica sostenible capaz de hacer frente a la emergencia climática.

Guy Edwards es un colaborador de Global Americans. Actualmente es estudiante de doctorado en la Sussex University donde investiga sobre el cambio climático y la competencia entre las grandes potencias, y es miembro de la Climate Social Science Network. Anteriormente fue co-director del Climate and Development Lab en Brown University y consultor senior del Banco Interamericano de Desarrollo. Siga a Guy en Twitter en @GuyEdwards.

Marcela Jaramillo es co-presidenta de la Plataforma Regional de Estrategias de Desarrollo Resiliente y Bajo en Emisiones (LEDS LAC por sus siglas en inglés) y fue consultora senior del Banco Interamericano de Desarrollo. Siga a Marcela en Twitter en @JGMarcela.

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