Hace un año, el 23 de enero de 2019, en la madrileña Puerta del Sol, presenciamos una manifestación de venezolanos. La multitud guardó silencio para escuchar en directo, desde Caracas, la voz de un joven diputado prácticamente desconocido hasta entonces.
Juan Guaidó se proclamaba ese día como presidente interino de Venezuela, y en una secuencia muy rápida, recibió un gran reconocimiento internacional, en contraposición a la ilegitimidad que acompaña a Nicolás Maduro desde que se hiciese reelegir en mayo de 2018 mediante unas elecciones hechas a su medida y fuera de ley.
Guaidó hizo público entonces lo que más tarde devino una suerte de mantra: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Un año después, el control del país sigue en manos de Maduro, quien tiene dominio de las rentas del Estado, de las instituciones públicas (con excepción de la Asamblea Nacional) y, tal vez lo más significativo, tiene el respaldo de las Fuerzas Armadas, que han demostrado su capacidad represiva para sostenerlo en el poder.
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