[EnglishArticle]Tension has been building in the Caribbean island of Puerto Rico. For the past ten days, Puerto Ricans have taken to the streets en mass to voice their frustrations and demand the resignation of the island’s current governor, Ricardo Rosselló. By Wednesday they had succeeded.
The protests began when on July 11, Puerto Rican news outlets published various Telegram conversations between the governor and close members of his administration. The chat conversations contained sexist and homophobic remarks about political opponents as well as his constituents. In one message, former City Council Speaker Melissa Mark-Viverito was referred to as a “whore,” while another, written by high ranking official Christian Sobrino Vega, made fun of popular Puerto Rican singer Ricky Martin’s sexuality, saying “Ricky Martin is such a male chauvinist that he f***s men because women don’t measure up. Pure patriarchy.” The chats even poked fun at the deaths that occurred in the island due to the catastrophic Hurricane Maria in 2017. This latest controversy has been dubbed the “Chatgate” scandal. Although the chats themselves seem to be enough to provoke the Puerto Rican people, they are not the only reason for the protest.
Shortly before the messages were leaked, two high-ranking officials were arrested due to a massive corruption charge. Former Education Secretary Julia Keleher, and Ángela Ávila-Marrero, the former leader of Puerto Rico’s Health Insurance Administration, were arrested in connection to a scandal in which presumably $15.5 million in federal contract money was directed to “politically connected businesses.” Officials noted that $13 million was spent by the Department of Education while Keleher was secretary, while $2.5 million was spent by Ávila-Marrero while she was head of the health insurance department. Although officials say there was no evidence either benefited from the scheme, it was done at the expense of the public.
As corruption scandals began to unfold, the public continued to lose its trust in the government and began to demand Rosselló’s resignation. Rosselló apologized for his remarks made in the texts but chose to not fully adhere to the Puerto Rican public’s wishes, stating that his remarks were a way to release tension and although not justified or appropriate, they were not illegal. That was until he couldn’t resist any more.
Since protests began, Rosselló announced that he would not be seeking re-election and has stepped down as the head of the new Progressive Party, but at first he refused to resign immediately. Rosselló’s defiant stance only fueled the Puerto Rican public’s anger.
Multiple popular artists, such as trap artist Bad Bunny and rapper Residente, have joined protests calling for Rosselló’s resignation. Even President Donald Trump took to Twitter to call Rosselló “terrible” and deemed the current leadership as incompetent. The protests have spread beyond the streets, in the ocean, on kayaks outside of the governor’s home as well as on social media and outside Puerto Rico, into other cities across the United States—with Puerto Rican playwright Lin-Manuel Miranda joining protests in New York. Although protests have been largely peaceful, there have been some clashes with police forces who used tear gas and rubber bullets to disperse protestors. The protests first produced a few resignations from high ranking officials, including Rosselló’s chief of staff Ricardo Llerandi Cruz. Then the ax fell on Rosselló when shortly before midnight on Wednesday he resigned.
Rosselló will officially step down on August 2, and Puerto Rican Justice Secretary Wanda Vázquez will take over as governor until the 2020 election. Vázquez was next in line under the island’s Constitution because Secretary of State Luis G. Rivera Martín, who would have succeeded Rosselló, resigned last week when he was also caught up in the chat scandal.
Rosselló’s announcement comes days after three attorneys commissioned by the president of Puerto Rico’s House of Representatives, Carlos Méndez Núñez, unanimously found Rosselló had committed four serious offenses and one misdemeanor that constituted grounds for impeachment. Earlier on Wednesday, Méndez announced that if Rosselló failed to resign, the House would begin the impeachment process Thursday afternoon.
In the U.S. Commonwealth Puerto Rico, the movement and the results marked an important turn of events. While many Puerto Ricans have long chafed at their second-class status within the United States, within Puerto Rico’s political system they have also been less than full citizens, suffering under unaccountable, profligate administrations. The week of popular mobilization and the results may signal a new moment in Puerto Rican politics and democracy. [/EnglishArticle][SpanishArticle]
La tensión se ha ido acumulando en la isla caribeña de Puerto Rico. Durante los últimos diez días, los puertorriqueños han tomado las calles para expresar su frustración con el gobierno y exigir la renuncia del actual gobernador de la isla, Ricardo Rosselló. Sus protestas rindieron frutos.
Las protestas comenzaron cuando, el 11 de julio, los medios de comunicación puertorriqueños publicaron varias conversaciones de Telegram entre el gobernador y miembros de su gabinete. Los mensajes del chat contenían comentarios sexistas y homófobos tanto de opositores políticos como de los electores. En un mensaje, los involucrados se refirieron a la ex presidenta del Concejo Municipal de Nueva York, Melissa Mark-Viverito, con un lenguaje vulgar y sexista. En otro mensaje, el oficial de alto rango Christian Sobrino Vega, se burló de las preferencias sexuales del popular cantante puertorriqueño Ricky Martin, diciendo que “Ricky Martin es tan machista que se folla hombres porque las mujeres no dan la talla. Puro patriarcado.” En las conversaciones, los involucrados incluso se burlaron de las muertes ocurridas en la isla debido al catastrófico huracán María en 2017. Esta última controversia ha sido apodada el “Chatgate”. Aunque las conversaciones en sí parecen ser suficientes para desatar la furia del pueblo puertorriqueño, no son la única razón por la que los habitantes de la isla están protestando.
Poco antes de que se filtraran los mensajes, dos funcionarios de alto rango fueron arrestados con cargos de corrupción masiva. La ex secretaria de Educación Julia Keleher, y la ex-líder de la Administración de Seguros de Salud de Puerto Rico Ángela Ávila-Marrero, fueron arrestadas en conexión con un escándalo en el que presuntamente $15.5 millones de dólares, dinero procedente de contratos federales, se utilizaron para financiar “negocios con nexos políticos”. Durante el tiempo que Keleher fungió como secretaria, el Departamento de Educación gastó $13 millones de dólares. Por otro lado, Ávila-Marrero gastó $2.5 millones cuando dirigió el departamento de seguros de salud. Aunque los oficiales a cargo del caso dicen que no hay evidencia de que las funcionarias se beneficiaran directamente de estas transacciones, el hecho de que se hiciera a expensas del erario público es grave.
En la medida en que se dieron a conocer mas detalles sobre los escándalos de corrupción, el público perdió total confianza y comenzó a exigir la renuncia de Rosselló. Rosselló se disculpó por los mensajes de texto, no sin afirmar que sus comentarios eran una forma de liberar la tensión y, aunque no estaban justificados ni eran apropiados, no eran ilegales. Pero su permanencia en el poder no duró mucho tiempo.
Desde el comienzo de las protestas, Rosselló anunció que no buscaría la reelección y renunció a su cargo como jefe del Partido Progresista, pero negándose a renunciar a su cargo de gobernador. La postura desafiante de Rosselló solo alimentó la ira del público puertorriqueño.
Artistas populares, como Bad Bunny y Residente, se unieron a las protestas pidiendo la renuncia de Rosselló. Incluso el presidente Donald Trump, vía Twitter, calificó a Rosselló como “terrible” y consideró que el liderazgo actual es incompetente. Las protestas se han extendido más allá de las calles, en kayaks fuera de la casa del gobernador, así como en las redes sociales. Los miembros de la comunidad boricua incluso se han sumado a las protestas en otras ciudades de los Estados Unidos, con el dramaturgo Lin-Manuel Miranda uniéndose a los reclamos públicos en Nueva York.
Aunque las protestas han sido en gran parte pacíficas, han habido algunos enfrentamientos con las fuerzas policiales, que utilizaron gases lacrimógenos y balas de goma para dispersar a los manifestantes. Pero finalmente resultaron efectivas. Las protestas primero produjeron algunas renuncias de altos funcionarios, incluido el jefe de personal de Rosselló, Ricardo Llerandi Cruz. Luego el hacha cayó sobre el mismo Rosselló el miércoles, cuando este renunció.
Rosselló dejará el cargo oficialmente el próximo 2 de agosto. La Secretaria de Justicia de Puerto Rico, Wanda Vázquez, asumirá como gobernadora hasta que se produzcan elecciones en 2020. Vázquez es la siguiente en la línea, de acuerdo a la Constitución, ya que el Secretario de Estado, Luis G. Rivera Martín, quien habría sucedido a Rosselló, renunció la semana pasada también en conexión con el escándalo del chat.
El anuncio de Rosselló se produce días después de que tres abogados comisionados por el presidente de la Cámara de Representantes de Puerto Rico, Carlos Méndez Núñez, determinaron que Rosselló había cometido cuatro delitos graves y un delito menor, motivos suficientes para iniciar un juicio político por “impeachment”. Méndez anunció que si Rosselló no renunciaba, la Cámara iniciaría el proceso de juicio político el jueves por la tarde. Rosselló renunció el miércoles.
En Puerto Rico, estado asociado con estatus de autogobierno de los Estados Unidos, el movimiento y los resultados marcaron un importante giro en los acontecimientos de esta semana. Si bien muchos puertorriqueños están molestos por su estatus de “ciudadanos de segunda clase” dentro de los Estados Unidos, dentro del sistema político de Puerto Rico también han sufrido los efectos de administraciones poco responsables y poco escrupulosas. Pero la intensa semana de movilización popular, y los resultados alcanzados, pueden marcar un giro en la política y la democracia puertorriqueñas. [/SpanishArticle]